Cultura medieval y literatura en la Edad Media
Clasificado en Latín
Escrito el en español con un tamaño de 10,66 KB
Cultura medieval
durante la edad media ocurren estos sucesos de importancia trascendental que forman las lenguas románicas o romances peninsulares, derivadas del latín que hablaban los colonizadores romanos cuando se asentaron en la península ibérica. Junto a la obra de autores cultos que usaban el latín como lengua para la minoría que sabía leer y escribir, se halla la obra compuesta en las lenguas romances empleadas por los autores que se dirigían al pueblo. Con estos autores y sus obras irrumpe nuestra literatura en el gran escenario de la literatura mundial. La cultura se caracteriza por una concepción cerrada del saber: se supone que todo está dicho, de ahí la labor de copia del sabio, que es el que conoce con certeza los hechos. Eso explica el concepto de autoridad, típico de la Edad Media. Esta visión estética de la cultura se corresponde con una visión estética del mundo, de la sociedad, que parecen inmutables. Se trata de una concepción teocéntrica de la realidad en la que todo gira en torno a Dios. En los monasterios se traducían al latín los antiguos manuscritos: gracias a esto, se salvaron algunas obras importantes de la antigüedad clásica. Se trasladaron a Salamanca. Las peregrinaciones a centros religiosos originaron rutas que sirvieron también como medio de transmisión cultural. En España, el Camino de Santiago supuso una vía de contacto con la cultura europea y propició el influjo de la poesía francesa y provenzal. La Escuela de Traductores de Toledo se organizó en el siglo XII impulsada por su arzobispo. En el siglo XIII se consolidó con el rey Alfonso X el Sabio. Contó con la colaboración de cristianos, árabes y judíos, quienes proporcionaron versiones en latín y castellano de obras orientales y griegas. En nuestra literatura, desde los primeros tiempos, lo culto y lo popular han caminado siempre de la mano. La cultura peninsular fue puente entre Oriente y Occidente.
Testimonios escritos en romance
Los primeros testimonios escritos en romance son de elevado valor para el lingüista, no tanto así para la literatura. Se trata de las glosas, anotaciones que los monjes escribían en lengua vulgar al margen de sus documentos, para explicar el sentido de términos latinos que ya les resultaban ininteligibles. Las más famosas son las glosas emilianenses (San Millán de la Cogolla) y las glosas silenses (Santo Domingo de Silos). La lírica popular. Los primeros textos literarios castellanos datan del siglo XI. Son las jarchas, breves canciones mozarabes donde una muchacha enamorada se lamenta por la ausencia de su amado. Las jarchas son la parte final que aparece en una composición culta escrita en árabe o hebreo llamada moaxaja. Los cancioneros recogidos en castellano hacia el siglo XV, nos hablan de canciones populares y anónimas, que hablan de cualquier acontecimiento del ser humano o de la naturaleza: el amor, las labores del campo, la llegada de la primavera. La forma característica de la lírica popular castellana es el villancico que consta de un estribillo, la mudanza, un verso de enlace y uno de vuelta. En la lírica galaico-portuguesa contamos con las cantigas, muy sencillas y con estructura paralelística. Suelen aparecer en ellas elementos típicos del paisaje gallego. Son de tres clases:
Cantigas de amigo
Populares. Como en las jarchas, es una voz femenina la que se lamenta por el amado. Cantigas de amor: poemas de amor puestos en boca de un hombre. Son de carácter culto, de influencia provenzal. Cantigas de escarnio o de maldecir: poemas satíricos.
Mester de juglaría
La narrativa medieval comienza con la poesía épica. Los cantares de gesta son relatos en verso que relatan las hazañas de héroes que encarnan el sentir del pueblo. Estos relatos no eran destinados a la lectura, sino a transmitirse oralmente por medio del canto que hacían los juglares, que iban de pueblo en pueblo entreteniendo a las gentes. La característica fundamental de la épica, tanto castellana como de otros países, fue su carácter oral. Eran los juglares los que la componían para recitarla por calles y plazas; este es el motivo fundamental por el que la mayor parte de los cantares de gesta ha desaparecido. Sin embargo, la épica española tiene rasgos propios que la diferencian del resto de los países: realismo en cuanto a los hechos históricos narrados, la localización geográfica de sus acciones, los temas heroicos, de carácter fundamentalmente castellano. Métrica irregular: son tiradas de versos monorrimos con rima asonante. Los versos son compuestos, de ahí la cesura. Solo conservamos algunos cantares a través de las crónicas o restos que han pervivido en los romances.
Cantar de Mio Cid
Cuenta las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar (hacia 1044-1099), un caballero que participó en la reconquista durante el reinado de Alfonso VI. El manuscrito, de 3.730 versos, es una copia del siglo XIV, aunque la versión original del poema es muy anterior. Parece que fue compuesta hacia 1140, 40 años después de la muerte del Cid. La obra fue compuesta por dos juglares, uno de San Esteban de Gormaz. El tema del poema es la recuperación del honor por parte del héroe en sus vertientes política y familiar. El Cid Campeador es expulsado de Castilla, tendrá que abandonar su tierra y a su familia. El héroe, humillado por el destierro, acabará llegando a la cumbre de la fama, tras luchar por su honor en dos momentos sucesivos: primero, como vasallo leal, tiene que hacer méritos, con sus hazañas, para recuperar el favor real. Más tarde, como buen padre, ha de reparar el ultraje sufrido por sus hijas, a manos de sus maridos, los infantes de Carrión. Bastantes personajes y episodios son reales, aunque no podemos olvidar que es una obra literaria y, por tanto, mezcla datos reales e inventados. La obra está dividida en tres partes: 1) Cantar del destierro: el Cid, desterrado de Castilla por Alfonso VI, pasa por Burgos, donde nadie lo acoge. Cambia a unos judíos dos arcas de arena por dinero y marcha al monasterio de Cardeña a despedirse de su esposa e hijas. Ya fuera de Castilla, conquista varios lugares a los moros. 2) Cantar de las bodas: el Cid conquista Valencia y se reconcilia con el rey, que permite a su familia reunirse con él. Los infantes de Carrión, codiciosos de la fortuna del Cid, se casan con sus hijas. 3) Cantar de la afrenta de Corpes: los guerreros del Cid murmuran de la cobardía de los infantes, quienes con la excusa de llevar a sus esposas a Castilla las abandonan en un bosque tras golpearlas cruelmente. El Cid pide justicia al rey y los infantes son juzgados y condenados. El poema termina con el anuncio de los nuevos matrimonios de las hijas del Cid y con la muerte de este en Valencia.
Características del Cantar
El esquema métrico es el típico de juglaría: medida irregular, rima asonante, versos compuestos. En lo que se refiere a la lengua y al estilo podemos señalar: sobriedad, sencillez y fuerza narrativa. Frecuentes cambios de narración a diálogo. Uso frecuente de epítetos épicos. Así, a lo largo del poema, al Cid se le llama: Campeador, el que en buena hora cifró espada, el que en buena hora nació, el de la barba florida. Aparición frecuente de expresiones de acción de gracias: gracias a Dios y al padre espiritual. Llamadas de atención al auditorio por parte de los juglares, pues no podemos olvidar el carácter oral de la obra: vereis, oíd.
Expresión Mester de Clerecía
Significa oficio de clérigos. El clérigo en la Edad Media no solo designaba el cargo eclesiástico. El término clérigo servía para referirse al hombre culto, aquel que contaba con formación. Se desarrolla durante los siglos XIII y XIV. Sus composiciones son poemas narrativos con una doble finalidad: enseñar y entretener. Los temas eran variados, aunque predominaban los religiosos. Los autores suelen inspirarse en textos anteriores escritos en latín. El principal representante del Mester de Clerecía durante el siglo XIII es Gonzalo de Berceo. Corresponden también a esta escuela, durante el mismo siglo: el Libro de Alexandre, que narra la vida de Alejandro Magno. El Libro de Apolonio, moralizante poema de aventuras y el Poema de Fernán González, el único poema del Mester de Clerecía que tiene carácter épico. Del contenido de estos versos deducimos que estos poetas tienen mucho cuidado con la métrica, utilizan la cuaderna vía (4 versos alejandrinos monorrimos).
Gonzalo de Berceo
Clérigo en el monasterio de San Millán de la Cogolla, pretendió con sus escritos convertir su monasterio, ubicado en la ruta del Camino de Santiago, en lugar de peregrinación. Sus temas son religiosos, aunque los personajes aparecen muy humanizados, como si de personas reales se tratara. El tono que utiliza es familiar, y su lenguaje es sencillo, sin caer en lo excesivamente culto ni en lo vulgar. Su obra más conocida es Milagros de Nuestra Señora. La obra está compuesta por veinticinco milagros de la Virgen. Todos los milagros presentan la misma estructura: presentación del protagonista, un devoto de la Virgen, aunque a veces mal cristiano. Dicho protagonista padece alguna desgracia o muere. La Virgen, con comportamiento más humano que divino, intercede por él. El autor nos hace ser devotos de María.
La prosa
Castellana tiene un carácter tardío, el latín era la lengua de la iglesia, mientras, el pueblo ya no piensa, habla y canta en lengua vulgar. De ahí que la poesía épica o la lírica, de carácter oral, se exprese en romance, mientras que la prosa se escribe en latín. Su verdadero nacimiento tiene lugar en el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X el Sabio con el Infante Don Juan Manuel, su sobrino, con quien la prosa castellana entra de lleno en los dominios de la creación literaria. Este autor, cortesano refinado y de vasta cultura, cultivará la prosa didáctico-novelesca.
Será el cuento
Un género literario muy difundido durante la Edad Media, debido no solo al gusto por contar historias y oírlas contar, sino además porque se considera que era el mejor medio para transmitir una enseñanza, ya fuera moral o religiosa. Los cuentos más interesantes proceden de oriente y nuestro país contribuye de manera decisiva a que fueran conocidos en occidente gracias a nuestra labor traductora. También los cuentos fueron utilizados por los predicadores, quienes se servían de ellos para ilustrar sus sermones. Con esas dos fuentes, oriental y cristiana, se escribieron cantidad de colecciones que alcanzaron gran difusión en la Edad Media. Siguiendo estos modelos, Don Juan Manuel escribió, entre otras obras, El Conde Lucanor, cincuenta y un cuentos, de cada uno de los cuales se desprende una enseñanza moral.