David Hume: Crítica a la Metafísica y la Idea de Sustancia, Yo y Mundo
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Introducción
David Hume busca establecer nuevos principios para fundar una nueva ciencia del hombre y, a su vez, socavar la metafísica. Con Descartes, la metafísica se transforma en metafísica especial, dejando de ser ontología. Esta metafísica especial estudia tres sustancias: Dios (la res infinita), el mundo (la res extensa) y el alma (la res cogitans). Hume analizará la idea de sustancia y estas tres sustancias: la idea del yo (el sujeto), la idea del mundo y la idea de Dios.
La Idea de Sustancia
La idea de sustancia se refiere a aquello que subyace a los accidentes o atributos, los unifica y subsiste al cambio. Es la unidad que permanece a pesar de los cambios accidentales. Según Hume, ninguna sustancia, ya sea material o espiritual, puede provenir de una impresión, sea cual fuere. Él mismo se responde diciendo que la sustancia no se percibe como un color, un sonido o un sabor, y prosigue: “Deberá, pues, derivarse de alguna impresión de la reflexión”. Sin embargo, las impresiones de la reflexión “se reducen a nuestras pasiones y emociones; y no parece probable que ninguna de éstas represente una sustancia”.
¿Tenemos una impresión de la sustancia o de los accidentes? No tenemos impresión de la sustancia, solo de los accidentes, por lo que la sustancia no es válida.
La Idea del Yo
Para Descartes, la primera evidencia es “pienso, luego existo”. Para la razón, esta es la primera evidencia. ¿Qué entendemos por yo? Es la unidad que unifica todos mis pensamientos, sentimientos, vivencias y actos volitivos. La idea de un sujeto pensante supone la existencia de una unidad que permanece idéntica e invariable a través del flujo de percepciones que se suceden constantemente. Sin embargo, esto no parece posible.
Para validar la idea de sujeto pensante, se debería señalar la impresión de la que procede, que tendría que ser una impresión permanente que acompañe a las otras impresiones que fluyen. ¿Tengo una impresión de mi yo? ¿Tengo una impresión constante de mi yo? No tengo una impresión constante, ya que o bien tengo una impresión de estar pensando o de mí pensándolo. Uno puede ver, pero no verse a sí mismo viendo. No se pueden tener ambas impresiones a la vez. Si no puedo tener una impresión constante, entonces no es una idea válida. No tengo impresión de una sustancia que sea yo, de esa unidad que unifica todos mis pensamientos, sentimientos y vivencias. Es una creencia basada en el hábito y la costumbre, útil pero no válida. Se reconoce su utilidad, no su validez.
La Idea del Mundo
¿Qué entendemos por la idea del mundo? Es la unidad que unifica todas las impresiones externas. ¿Tengo una impresión constante de ello? No, porque no puedo conocer o tener evidencia de todas las cosas del mundo.
El análisis de Hume se aplica igualmente a nuestra creencia en la existencia de un mundo independiente de nuestros sentidos. La opinión de la existencia independiente y continua del mundo externo está profundamente arraigada en la imaginación, siendo imposible desarraigarla. Sin embargo, esto no es más que una ficción que nos forjamos para eludir la contradicción entre la imaginación, que nos dice que nuestras percepciones semejantes tienen una existencia que no se aniquila cuando no se perciben, y la reflexión, que nos dice que nuestras percepciones semejantes son diferentes entre sí y tienen una existencia discontinua.
Dado que los elementos del mundo son percepciones y estas no existen más que en el momento en que son percibidas, es absurdo suponer que los objetos continúan existiendo cuando no son percibidos. Creerlo es una tendencia natural, fundada en la memoria y en nuestra necesidad de coherencia.