David Hume: Desvelando los Límites del Conocimiento y la Metafísica Empírica
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La Crítica Empírica de David Hume a la Metafísica
Las ideas de la metafísica no tienen su origen en ninguna impresión previa. David Hume argumenta que, cuando afirmamos la existencia de una realidad material exterior a nosotros, damos un salto ilegítimo desde nuestras impresiones hacia una «supuesta realidad exterior».
Según Hume, el límite de nuestro conocimiento son las impresiones; más allá de ellas no es lícito afirmar nada. Solo disponemos de impresiones particulares, puntuales y discontinuas; duran un momento y luego dan paso a otras. No tenemos impresión de la sustancia, pero sí de los accidentes. Por tanto, no hay una sustancia o sustrato permanente que unifique o regule el flujo de los accidentes o fenómenos. La idea de sustancia es una creación de nuestra imaginación que agrupa bajo un mismo nombre diversas impresiones puntuales, lo cual es muy útil para nuestra supervivencia.
Según Hume, los pensadores anteriores alcanzaron el concepto de sustancia mediante una inferencia causal. Sin embargo, esta inferencia es una falacia, porque no podemos demostrar nada más allá de nuestras percepciones, ya que solo de ellas tenemos experiencia. Esta doctrina se denomina fenomenismo. Por esto, solo podemos establecer la realidad de las percepciones, de los fenómenos. La sustancia no se puede demostrar. La ciencia, por ende, deberá preocuparse de los fenómenos. No podemos estar seguros de la existencia de un mundo exterior en los términos de Descartes. Tenemos impresiones, pero no podemos justificar de dónde provienen.
Crítica a la Idea de Dios
No tenemos una impresión de la que pueda derivar la idea de perfección infinita. La impresión de infinito debería ser infinita, pero las impresiones son puntuales y concretas. Si no hay impresión, no hay conocimiento de Dios. A pesar de esto, la religión y la creencia en Dios son naturales y necesarias en los seres humanos.
Según Hume, las tradicionales pruebas para demostrar la existencia de Dios no demuestran nada. En las pruebas a priori se da un «salto ilegítimo», dado que la «idea de Dios» no responde a «ninguna impresión». Las pruebas a posteriori aplican el «principio de causalidad» para llegar a la «supuesta» demostración de la existencia de Dios.
Crítica a la Idea de un «Yo»
La idea de un «yo» carece de base, dado que no hay impresión alguna de ese «yo». No hay una percepción de algo invariable en nosotros mismos. Lo que denominamos «yo» no es otra cosa que un conjunto de «percepciones» que cambian constantemente. La identidad personal se forja a través de la memoria. Según Hume, confundimos recuerdo y memoria. Una cosa es que tenga el recuerdo de las cosas que he vivido, y otra es que esa memoria sea mi yo. Nuestra imaginación da existencia y continuidad a aquello que no la tiene.