David Hume: Empirismo, Conocimiento y la Revolución Filosófica del Siglo XVII

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Hume

Tras la revolución científica del siglo anterior, nace en el siglo XVII en Europa la Filosofía Moderna. Esta centraba su estudio en el campo del conocimiento, con el objetivo de conocer con certeza para lograr éxitos como la ciencia. Dos corrientes principales fueron el racionalismo (Descartes) y el empirismo en las Islas Británicas (Hume).

En el siglo XVII, Italia mostraba tendencias liberales y antiabsolutistas, a diferencia del resto de Europa, donde predominaban las monarquías. La burguesía incrementó su poder con el auge del comercio y apoyó a un Parlamento que se oponía al absolutismo. Inglaterra gradualmente se convirtió en un país liberal. Esta oposición parlamentaria se manifestó durante la monarquía de los Estuardo, concretamente en el reinado de Jaime I, y se agravó con la política de su sucesor, Carlos I. En 1628, el Parlamento presentó una petición de derechos, pero Carlos I abolió el Parlamento. La guerra civil (1642-1649) culminó con la ejecución del monarca y la proclamación de la república. En 1660, tras la muerte de Cromwell, la república se desestabilizó y se restauró la monarquía de los Estuardo con Jaime I. Este se vio obligado a exiliarse debido a las tensiones constantes entre absolutistas y parlamentarios que reclamaban un liberal en el poder. Lo consiguieron en 1668 con la Revolución Gloriosa, que llevó a Guillermo de Orange al poder. Esto resultó en una monarquía parlamentaria sin derramamiento de sangre, que culminó con la Declaración de Derechos (1689). El triunfo de la libertad individual convirtió a Inglaterra en una potencia comercial y capitalista mundial.

Contexto Filosófico

En Inglaterra, los filósofos empiristas ofrecían respuestas sobre cómo fundamentar la epistemología, diferentes a las del racionalismo. El empirismo se refiere a una actitud de defensa de la validez de la experiencia, como corriente filosófica que defendía que la razón no es garantía de verdad.

Para estos filósofos (siglos XVII-XVIII), la razón está subordinada a lo sensorial, a la experiencia sensible. Niegan el innatismo cartesiano y la posibilidad de conseguir un conocimiento metafísico válido. Se apoyan en ciencias experimentales como la Biología o la Física, utilizando el método deductivo.

Giro en la Concepción del Estado y del Poder

Hasta entonces, el determinismo biológico asignaba a cada humano un puesto en la sociedad. Las guerras y conflictos del siglo XVII dificultaron mantener esta concepción divina del poder.

Surge la Teoría del Contrato Social, que considera que el Estado y el poder son fruto de un pacto entre los hombres que forman una comunidad. John Locke, padre del empirismo moderno, también creía que el origen del Estado era un pacto. Sin embargo, como ferviente defensor del liberalismo, matiza que ese contrato no implica la renuncia de los derechos personales. Es el Estado quien se subordina a los intereses individuales. El hombre tiene derechos naturales que el Estado se encarga de proteger mediante el pacto. El Estado liberal se basa en la división de poderes (legislativo, ejecutivo, federativo).

En su obra Ensayo sobre el entendimiento humano, fijó el principio del empirismo: los datos que nos proporciona la experiencia son garantía de verdad. Rechazó el innatismo (como Hume). Explicaba las ideas simples y las complejas, entre las que encontramos la idea de sustancia, según las percibamos únicamente de la experiencia (sensación o reflexión) o de la combinación de estas.

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