David Hume: Sentimiento Moral y Fundamentos del Conocimiento

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Ética: El Emotivismo Moral de Hume

David Hume se plantea si los juicios morales pueden derivarse de la razón. Aunque inicialmente parece que sí, dado que relacionamos temas morales, Hume rechaza esta idea. Para él, «la razón se ocupa de distinguir lo verdadero de lo falso» y no puede mover la voluntad. Por lo tanto, la moral se fundamenta en las pasiones y no en la razón. De ahí que la ética humeana se defina como emotivismo moral.

Una vez rechazada la idea racionalista de que la moral se fundamenta en la razón, Hume explica que el razonamiento puede expresar relaciones de ideas (como las matemáticas) o describir cuestiones de hecho (acciones que ocurren en el mundo exterior). Sin embargo, al describir una acción, no podemos concluir si es virtuosa o perniciosa (es decir, si es buena o mala). Es, entonces, el sentimiento de aceptación o rechazo que produce una acción lo que determina su valor moral. La razón, para Hume, es y debe ser «esclava de las pasiones».

Las acciones humanas nos producen sentimientos agradables o desagradables cuando nos ponemos en la situación de observarlas o considerarlas. Así, el fundamento de lo que llamamos virtud o vicio es el sentimiento. Valoramos positivamente las acciones que nos resultan agradables y rechazamos las desagradables. Hume define la virtud como una acción o cualidad moral que ofrece al espectador un sentimiento placentero de aprobación, y al vicio como lo contrario.

Sin embargo, fundamentar la moral en los sentimientos no conduce necesariamente al relativismo. Hume explica que el sentimiento de simpatía se relaciona con la utilidad de una acción para el bien común. El ser humano empatiza y, desde la empatía, juzga desde un punto de vista moral crucial: la voluntad de contribuir a la felicidad de la humanidad.

Teoría del Conocimiento: Percepciones, Impresiones e Ideas

Percepción: Impresiones e Ideas

En su obra Investigación sobre el entendimiento humano (1748), Hume defiende que la mente humana se compone de percepciones. Estas pueden ser de dos tipos: impresiones e ideas, que se diferencian por su grado de fuerza o vivacidad. Las impresiones son más vivaces e intensas, y constituyen todo lo que sentimos, oímos, vemos, amamos, odiamos, etc. Las ideas son imágenes débiles de las impresiones, menos intensas, y se utilizan cuando pensamos o razonamos.

Las impresiones pueden ser, a su vez, de sensación y de reflexión. Hume no puede determinar la procedencia de las impresiones de sensación, pero afirma que las de reflexión se derivan de las ideas.

Dado que las ideas son copias debilitadas de las impresiones, estas últimas constituyen el origen de nuestro conocimiento. Hume rechaza las teorías racionalistas que defienden la existencia de ideas innatas. Si queremos determinar el grado de certeza de una idea, debemos buscar la impresión correspondiente, ya que no es posible pensar algo que no haya estado antes en nuestros sentidos.

Hume realiza otra división de las percepciones: en simples y complejas. Las percepciones simples, que pueden ser tanto impresiones como ideas, son aquellas que no admiten separación; las complejas, por su parte, pueden dividirse en partes.

Las ideas complejas pueden ser separadas por la imaginación y reunidas a voluntad. Las leyes de asociación de ideas son tres:

  • Semejanza
  • Contigüidad espacio-temporal
  • Causa y efecto

Hume examina el conocimiento científico y observa que se compone de proposiciones que el ser humano genera al relacionar las ideas presentes en su mente. Afirma que las proposiciones científicas pueden dividirse en dos grupos:

  • Relaciones de ideas: Pertenecen al ámbito de las matemáticas y se consideran afirmaciones intuitivas y demostrativamente ciertas. Su negación no es simplemente falsa, sino contradictoria, porque es imposible. Por ejemplo, afirmar que «tres más dos son cuatro» es contradictorio, ya que nunca podría ocurrir. Hume no considera las relaciones de ideas como conocimiento científico en el sentido empírico, porque se autodeterminan y no añaden información nueva sobre el mundo.
  • Cuestiones de hecho: Pertenecen al ámbito de la experiencia y constituyen razonamientos probables. Su negación puede ser falsa, pero no contradictoria. Por ejemplo, puede existir un coche de cualquier color; es perfectamente inteligible que el coche sea azul o blanco. En contraste, no es inteligible (porque es imposible) que «dos más tres no sean cinco» o que «un triángulo no tenga tres lados». Hume considera que las cuestiones de hecho son científicas debido a su carácter empírico.

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