El Declive de la Restauración en España: Causas y Consecuencias de la Crisis de 1917
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El Fin de la Restauración en España
Entre 1914 y 1923 se sucedieron gobiernos que mostraron una incapacidad absoluta para establecer cierta estabilidad interna. Como consecuencia, se acentuó la sensación de inoperancia de la clase política y ganó fuerza la opción de la intervención directa del Ejército.
La Crisis de 1917: Un Punto de Inflexión
Durante el verano de 1917, una profunda crisis sirvió para evidenciar los principales conflictos que acechaban al país en las primeras décadas del siglo XX.
La crisis del estamento militar
El descrédito de la clase política fue la excusa argumentada por la oficialidad para incrementar su participación en las decisiones de Estado. En torno a la Guerra de Marruecos, se había configurado una casta de militares que obtenían importantes prebendas gracias a su participación en la aventura marroquí. En 1919 se constituyeron las Juntas de Defensa con el objetivo de rechazar los ascensos por méritos de guerra y de reivindicar una subida salarial. Responsabilizaron a la clase política, lo que obligó al Gobierno a escuchar sus peticiones y, en enero de 1918, se promulgó la Ley del Ejército, por la que se atendieron las demandas militares.
La crisis del sistema político
Como respuesta a las Juntas de Defensa, Francesc Cambó propuso sin éxito la reapertura de las Cortes, para lo que promovió la creación de una Asamblea de Parlamentarios que reivindicó la concesión de amplias competencias políticas para Cataluña dentro de un sistema de Estado descentralizado. Mientras la burguesía solo pretendía modificar el sistema de turnos, los partidos de izquierdas lo interpretaron como el origen de un movimiento revolucionario.
La huelga revolucionaria
En Rusia se estaba viviendo un proceso revolucionario que animó las aspiraciones de los grupos de izquierdas de muchos países europeos. La UGT promovió una huelga cuyo objetivo era forzar la abdicación de Alfonso XIII. Aunque el presidente se comprometió con los huelguistas, su sucesor, Eduardo Dato, rehusó asumir los acuerdos, de modo que en julio de 1917 se sucedieron las huelgas, duramente reprimidas por el Ejército. El impulso revolucionario no desapareció, sino que entre 1918 y 1920 fue constante la agitación de la izquierda, lo que se conoce como Trienio Bolchevique, en el que el anarcosindicalismo jugó un papel importante en las revueltas de jornaleros andaluces. La debilidad de los gobiernos de concentración fue tal, que la propia patronal organizó grupos paramilitares, llamados sindicatos libres, que actuaron contra los líderes sindicales. La dura represión, con la Ley de Fugas, provocó la represalia por parte del anarquismo y en marzo de 1921 Eduardo Dato fue asesinado en Madrid.