Democracia: Soberanía Popular, Fundamentos Éticos y Principios Constitucionales
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Fundamentos de la Democracia: Soberanía Popular y Desafíos Contemporáneos
En la democracia, la soberanía reside en el pueblo. Cuando un Estado es soberano, significa que ninguna entidad externa debe entrometerse en sus asuntos internos; un ejemplo de tensión en este ámbito pudo observarse en ciertas interacciones pasadas con entidades supranacionales como la Unión Europea.
La democracia es considerada la organización política más justa, aunque no es perfecta. Enfrenta desafíos significativos, especialmente en lo referente a la representación ciudadana y la toma de decisiones:
- ¿Puede el ciudadano elegir verdaderamente libre y conscientemente a sus representantes?
- ¿Posee la mayoría siempre el criterio más razonado para elegir lo más conveniente para el conjunto de la humanidad? ¿Cómo se garantiza la atención y protección de los derechos de las minorías?
- ¿Tiene el poder político la autonomía suficiente frente a las influencias del poder económico? En un mundo globalizado, el poder económico, especialmente el de las grandes multinacionales, ejerce una influencia considerable que puede llegar a limitar la soberanía efectiva de los Estados.
La Democracia: Un Proyecto Ético y un Modo de Vida
La democracia trasciende su rol como mero mecanismo de protección y defensa de nuestros derechos fundamentales; se erige sobre el pilar de la dignidad igualitaria de todas las personas. Asumir y respetar los derechos humanos es, en esencia, un modo de vida que nos confiere grandes beneficios, pero que también conlleva importantes deberes cívicos.
La actividad política, en un sistema democrático, debe estar intrínsecamente sometida a normas y valores éticos, muchos de los cuales se encuentran consagrados en documentos fundamentales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No todas las decisiones pueden legitimarse democráticamente si estas contravienen los principios éticos fundamentales, pues ello socavaría la propia esencia de la democracia. Al reconocer la democracia como un proyecto ético, se subraya que la política debe ser una vocación de servicio: su fin no es el aprovechamiento personal, sino la búsqueda de soluciones a los problemas de los ciudadanos.
Una Concepción Democrática del Ser Humano
La democracia se sustenta en una determinada antropología, es decir, una concepción específica del ser humano. Desde esta perspectiva, se promueven valores y normas que reconocen al ser humano como un individuo libre, inteligente y dotado de dignidad inherente, con la capacidad de resolver problemas de forma racional, deliberativa y cooperativa.
Principios Constitucionales Esenciales
La Constitución se erige como la norma suprema de un Estado, y todas las demás leyes y disposiciones deben estar en conformidad con ella. Por ejemplo, el artículo 1 de la Constitución Española proclama que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Asimismo, el artículo 10 de la misma Constitución establece los fundamentos del orden político y de la paz social, que incluyen:
- La dignidad de la persona.
- Los derechos inviolables que le son inherentes.
- El libre desarrollo de la personalidad.
- El respeto a la ley y a los derechos de los demás.
La Tolerancia y la Justicia como Virtudes Democráticas
La tolerancia es una virtud democrática de gran importancia. Su relevancia histórica se hizo patente, por ejemplo, durante las guerras de religión, cuando se hizo evidente la necesidad de que nadie fuera perseguido por sus creencias. No obstante, es crucial comprender que, si bien la tolerancia es fundamental, la virtud cardinal en una sociedad democrática no es simplemente la tolerancia pasiva, sino la justicia activa. Todas las interacciones sociales, las políticas públicas y las normativas deben ser evaluadas, diseñadas y aplicadas bajo el prisma de la justicia.