Demografía Histórica: Fuentes, Métodos y Modelos de Población Europea

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Demografía: Conceptos Fundamentales y Fuentes de Estudio

La demografía es una disciplina esencial para comprender la evolución de las sociedades. Es crucial diferenciar entre la estructura demográfica, que describe la composición de una población en un momento dado, y la coyuntura demográfica, que se refiere a los cambios a corto plazo en los fenómenos demográficos.

A partir del siglo XX, los fenómenos económicos y sociales comenzaron a integrarse de manera significativa en la historiografía, consolidando la demografía como una disciplina de estudio fundamental. El interés por esta área se remonta a figuras pioneras como John Graunt, quien en 1662 publicó sus Observaciones políticas y naturales sobre las listas de mortalidad, siendo el primero en interesarse sistemáticamente en esta disciplina.

La demografía histórica, tal como la conocemos hoy, es el resultado de la aportación de investigadores como Fleury y Henry, quienes permitieron un estudio científico y riguroso de las poblaciones pasadas.

Tipos de Fuentes Demográficas

Los estudios demográficos se basan en dos tipos principales de fuentes:

Fuentes Macrodemográficas (Esporádicas)

Estas fuentes reflejan el interés de gobiernos y monarquías por controlar a los sujetos fiscales. Incluyen:

  • Censos y Vecindarios: Recuentos no sistemáticos de población.

Su uso se documenta desde el siglo XIV en regiones como Italia o la Corona de Aragón. En los siglos XVI, XVII y XVIII, estos recuentos evolucionan a censos más estructurados.

Un vecindario es un recuento por unidades familiares u hogares, que servía como unidad fiscal y se realizaba cuando era necesario renovar la relación de los vecinos. Es importante destacar que no era un recuento de individuos; una familia campesina podía ser muy numerosa, y los criados tampoco se contaban. Normalmente se aplicaba un coeficiente de 4,5 para estimar el número de individuos por hogar. Aproximadamente un 20% de la población no estaba incluida en estos censos, y tampoco se contaban los eclesiásticos. A pesar de estas limitaciones, estas fuentes son valiosas para observar la tendencia de la población.

En el siglo XVIII, la aparición de los censos responde a la necesidad del rey de contar a sus súbditos. Un ejemplo destacado es el Censo de Floridablanca (1787), impulsado por el Conde de Floridablanca y realizado por Castelló Traver. Estos censos eran más rigurosos, realizándose periódicamente, y en el siglo XIX se volvieron sistemáticos.

Fuentes Microdemográficas (Parroquiales)

Estas fuentes son los registros parroquiales, conocidos como Quinque Libri, que incluyen:

  • Bautizos
  • Confirmaciones
  • Matrimonios
  • Defunciones
  • Excomuniones

Por ejemplo, la expulsión de los moriscos puede rastrearse en parroquias como la de Benimaclet. Las inscripciones matrimoniales se realizaban dos veces: durante los 40 días de Cuaresma o Adviento no se celebraban matrimonios, y luego debían ratificarse. En las defunciones se distinguía entre adulto o niño (albait), que no había llegado al uso de razón. Se mencionan los albait de caja o de brazos.

También existen registros similares en países protestantes. Los historiadores consideran estos registros exhaustivos. La rapidez de los bautizos se debía a la alta mortalidad infantil.

A través de estas fuentes, se busca reconstruir las familias: el número de hijos, con quién se casaban posteriormente, cuántos varones se casaban en la parroquia de la mujer y a qué parroquias se dirigían. La crítica principal es que no son registros de nacimientos, ya que la mortalidad infantil era muy elevada y muchos niños fallecían antes de ser registrados. Sin embargo, los registros de matrimonio y defunciones suelen ser exhaustivos.

El tratamiento de las fuentes parroquiales supuso una revolución en el estudio de la demografía y la historia. Permiten extraer la tendencia de la población en un siglo determinado, aunque solo sobre un foco acotado. Una vez analizadas algunas parroquias, la tendencia del resto es prácticamente similar. Son fuentes que, en muchos casos, han sido exhaustivamente estudiadas.

La importancia de estas fuentes microdemográficas radica en la posibilidad de efectuar la reconstrucción de familias a partir de los registros matrimoniales, lo que permite conocer el intervalo protogenésico.

Modelos Demográficos de la Europa Moderna

John Hajnal (1960) descubrió que el sistema demográfico cristiano occidental es distinto al oriental y diferente de otros sistemas demográficos mundiales.

Diferencias Clave en los Modelos Demográficos

Las principales diferencias radican en el celibato femenino y el retraso en la edad de matrimonio. Los nacimientos dentro del matrimonio se reducen. La edad de matrimonio en el modelo occidental se situaba entre los 25-28 años, lo que implicaba un "tiempo desaprovechado" en términos reproductivos.

El celibato femenino definitivo (mujeres que permanecían solteras toda su vida y sin hijos) afectaba al 5-10% de la población. Hacia el siglo XVIII, esta proporción aumentaba al 10-15%. Esta práctica era común en familias nobiliarias para conservar el patrimonio, siendo una acción elitista para preservarlo. Este es un modelo cristiano occidental.

En el modelo oriental, no existe el celibato femenino definitivo y el retraso en la edad de matrimonio está entre los 18-20 años. A principios del siglo XX, este celibato se observa con mayor normalidad.

Fases del Modelo Demográfico Occidental

El modelo de Europa occidental tiene dos fases principales: el modelo antiguo y el modelo nuevo. Lo que determina a cada uno son los factores demográficos, analizados a través de matrimonios, bautizos y defunciones.

El Modelo Demográfico Antiguo

Se caracteriza por una alta tasa de natalidad. El número de nacimientos por cada mil habitantes rondaba en la Europa Occidental el 40‰, y las defunciones el 30‰, lo que resultaba en un crecimiento vegetativo del 1%. Teóricamente, cada 70 años la población podría duplicarse. Sin embargo, factores como las crisis de subsistencia, epidemias o crisis demográficas por efectos de guerra impedían este crecimiento sostenido.

Lo que caracteriza a este modelo antiguo es un crecimiento débil de la población, con frecuentes crisis demográficas donde la mortalidad superaba a la natalidad.

El Modelo Demográfico Nuevo

Este modelo emerge en las primeras décadas del siglo XVIII, marcado por una disminución de la mortalidad catastrófica y ordinaria. Se mantiene una alta natalidad mientras la mortalidad disminuye. La mortalidad seguirá bajando y la natalidad disminuirá su progreso, resultando en un crecimiento positivo pero no tan remarcado.

La estacionalidad también juega un papel importante; la Iglesia desaconsejaba tener relaciones sexuales en Adviento o Cuaresma. También influye el factor económico, especialmente la actividad agrícola. En Valencia, según estudios microdemográficos, se evitaban nacimientos en verano.

En resumen, la mortalidad es el factor determinante que distingue el modelo demográfico antiguo del nuevo.

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