El Deporte como Expresión Humana: Orígenes, Teorías y Evolución
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El Deporte como Atributo Humano
Desde este punto de vista, el deporte es un hecho que tarde o temprano tendría su manifestación en todas las sociedades. Se trata de una actividad ludo-competitiva con unas influencias externas que desvirtuarían su verdadera naturaleza.
Las teorías para explicar el origen del deporte son varias: lo vinculan con el juego, el ritual y la religión, la supervivencia, la guerra y con la propia evolución biológica.
El Juego como Origen del Deporte
Muchos autores señalan relaciones entre juego, cultura y deporte. Betancor y Vilanou dicen que hubo diferentes actitudes respecto al juego, un desprecio y rechazo porque entendían lo lúdico, lo festivo como manifestaciones paganas. En cambio, otras fueron de aceptación absoluta basándose en estudios pedagógicos, psicológicos y antropológicos.
Desde comienzos del s. XIX el deporte se vuelve objeto de reflexión teórica y comienza a ser tenido en cuenta por las CCSS. Hay que tener en cuenta que estamos en los inicios de la Rev. Industrial y las transformaciones estaban favoreciendo la desaparición de las anteriores formas de vida y las relaciones sociales. El hombre comienza a trabajar de manera disciplinada y racional en industrias y el juego se constituye en un problema teórico.
Pero el interés por lo lúdico en Europa viene dado por el intento de recuperación de la cultura popular, un movimiento denominado por Peter Burke como "descubrimiento del pueblo", en el cual se rechazaba lo "artificial" considerado peyorativo, y se alababa lo natural, entendido como lo salvaje. El autor que sirve de referencia para el estudio del juego es Johan Huizinga con su obra Homo Ludens. Su hipótesis es que los juegos son el instinto vital de la cultura, que el hombre a partir del juego crea la cultura. Entiende por juego una actividad libre, ficticia al margen de la vida cotidiana capaz de absorber totalmente a quien lo practica y que acontece en un espacio-tiempo determinado, con unas reglas y favorece las relaciones.
Para Huizinga todo lo cultural que ha sido elaborado por el hombre nace del juego. En el s. XIX con la irrupción del utilitarismo propio de la sociedad industrial, se suspende la labor creativa del juego a favor de los intereses económicos del capital. Aparecen los criterios de eficacia, búsqueda de récords y resultados, que borran la presencia lúdica del deporte.
Caillois da una nueva definición de juego: actividad libre, separada, incierta, improductiva, reglamentada y ficticia. En su obra Teoría de los Juegos establece una clasificación según predomine la competición, el azar, el simulacro (pantomima) y el vértigo (éxtasis). Así, en las sociedades primitivas dominarían los juegos de simulacro y vértigo; y en las culturas más desarrolladas, organizadas y jerarquizadas los agonísticos y el azar.
Muchos autores sostienen que el deporte es actividad física, juego y competición. Que el deporte implica competición, con unas reglas que dicen quién gana o pierde. Betrán dice que el deporte es hijo del juego. A pesar de todo no estaría clara la distinción entre juego y deporte. Para solventar esta dificultad de diferenciarlos se alude a la existencia de Institucionalización. Así, el deporte requiere actividad física agotadora, agresividad, entrenamiento y reglamentación. Y el juego: dinámica más abierta, informal, y ausencia de profesionalización. Para Huizinga la profesionalización es la perversión del juego, centrada en el rendimiento corporal.
También desde criterios antropológicos, Betancor y Vilanou dicen que las posibilidades del juego son mayores a las del deporte, pues este ayuda a potenciar la identidad del grupo social que lo practica y favorece el sentimiento comunitario. En cambio el deporte, dada la importante carga de agresividad y competitividad que implica parece corresponderse con un mundo fragmentado en el que destaca el gusto por la excelencia particular de cada uno, individual.