Desamortizaciones en España: Impacto en la Sociedad y Economía del Siglo XIX
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Las Desamortizaciones en la España del Siglo XIX
Propiedad Amortizada y Manos Muertas
Uno de los principales problemas del sector agrario español en el siglo XIX era la estructura de la propiedad. Durante el Antiguo Régimen, la propiedad estaba amortizada en manos de la nobleza, el clero y los municipios, lo que se denominaba manos muertas. Estos bienes estaban vinculados y no podían ser enajenados ni repartidos, sino que eran transmitidos íntegros a los sucesores. Para tratar de solucionar esta cuestión, se llevaron a cabo políticas desamortizadoras.
Implantación del Sistema Capitalista y Recursos para la Hacienda
El objetivo de la desamortización era la modernización de España, sustituyendo el Antiguo Régimen por un sistema capitalista, y conseguir recursos para la Hacienda. Las tierras pasaron a ser una mercancía con la que comerciar, por lo que se suprimieron los señoríos jurisdiccionales y los mayorazgos, y se desamortizaron tierras en manos muertas, ya fueran propiedad de la Iglesia, de los ayuntamientos o de otras instituciones.
Hubo varios intentos, como los llevados a cabo por Godoy, José Bonaparte o durante el Trienio Liberal, pero los dos principales procesos desamortizadores del siglo XIX son los de Mendizábal y Madoz.
Desamortización de Mendizábal (Desamortización Eclesiástica)
La desamortización de Mendizábal, conocida como desamortización eclesiástica, afectó principalmente a la Iglesia y fue precedida de la disolución de las órdenes religiosas, excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia sanitaria. Se confiscaron sus bienes y se sacaron a subasta para obtener dinero para la guerra carlista. Esta medida consiguió ganar partidarios entre los burgueses y nobles, que pudieron adquirir tierras a un precio menor que el real. Sin embargo, fue una reforma fallida, pues no hubo una redistribución de la tierra entre los campesinos y, de hecho, favoreció la concentración de la propiedad entre los antiguos propietarios (nobleza) y los nuevos compradores (burguesía industrial y comercial).
Desamortización de Madoz (Iglesia, Estado, Órdenes Militares, Instituciones Benéficas y Ayuntamientos)
En 1855 tiene lugar la desamortización de Madoz. A diferencia de la de Mendizábal, esta se ocupa, además de propiedades de la Iglesia, de los bienes del Estado, de las órdenes militares, de las instituciones benéficas y, sobre todo, de los ayuntamientos (bienes propios y comunes). Los ingresos de esta desamortización se invirtieron en la construcción de ferrocarriles, considerada la pieza clave para fomentar los intercambios y el crecimiento industrial del país y, en definitiva, para seguir transformando y liberalizando la economía española. Pero, nuevamente, se puede afirmar que fue en detrimento del pequeño campesino, que perdió el derecho al uso de los terrenos comunales.
Consecuencias de las Desamortizaciones
Crecimiento de la Superficie Cultivada
Conviene destacar el incremento de la superficie cultivada, que pasó de 10 a 16 millones de hectáreas en los 60 primeros años del siglo XIX, y de la producción. Además, la creación de la red de ferrocarriles fue muy importante, pero se perdió una gran oportunidad de transformar la estructura de la sociedad.
Solución Parcial de la Deuda de la Hacienda y Desarrollo del Ferrocarril
Como consecuencias positivas se encuentran la solución parcial de la deuda de la Hacienda, ingresos que luego se destinaron al ferrocarril, y el aumento de producción ya mencionado.
Aumento del Abismo Económico entre Clases Sociales
También hubo consecuencias negativas, como la oportunidad perdida de crear una clase media. El proceso desamortizador buscó que los pequeños y medianos campesinos comprasen tierras, pero esto no sucedió, ya que no tenían dinero para comprarlas. De manera que la burguesía, la nobleza y gente adinerada pudieron aumentar aún más sus propiedades, creando una distancia mayor entre clases.
Conclusión
La desamortización pone de manifiesto que las prioridades de los Gobiernos eran recaudar dinero y transferir las propiedades a la burguesía, perdiendo la oportunidad de realizar una reforma agraria que hubiera podido mejorar la calidad de vida del campesinado y haber aumentado la productividad del campo. Una gran oportunidad perdida que traerá consigo un nefasto efecto: la conflictividad social.