Las Desamortizaciones de Mendizábal y Madoz en la España del Siglo XIX
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¿En qué consistieron las desamortizaciones?
Las desamortizaciones consistieron en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que no se podían enajenar (conocidos como manos muertas). Estos se encontraban en poder de la Iglesia y de los municipios (baldíos y tierras comunales), y servían de complemento para la precaria economía de los campesinos.
La Desamortización de Mendizábal (1836)
En la Desamortización de Mendizábal, la mayoría de los bienes expropiados pertenecían a la Iglesia. Por este concepto se recaudaron unos 3.300 millones de reales de vellón (cada real de vellón equivalía a unos 25 céntimos de peseta), mientras que por bienes civiles apenas se alcanzaron los 100 millones.
Objetivos
- Pagar la deuda pública.
- Hacer frente a los gastos de la primera guerra carlista.
- Crear una clase media agraria de campesinos propietarios.
Las ventas de las tierras se hacían en subasta pública pero, debido al gran tamaño de los lotes, solo los más pudientes podían participar en las compras, mientras que el campesinado, sin capacidad económica, no pudo acceder a las mismas.
La Ley de Desamortización General de Madoz (1855)
Con la Ley de Pascual Madoz de 1855, la desamortización de bienes civiles superó a la de los bienes eclesiásticos. Durante el Bienio Progresista, se recaudaron unos 500 millones de reales de vellón por bienes civiles, frente a 400 millones por bienes eclesiásticos. A lo largo del siglo, las ventas de bienes civiles crecieron hasta casi los 3.000 millones de reales de vellón, mientras que los de la Iglesia alcanzaron los 1.300 millones. Esta desamortización afectó, sobre todo, a las tierras de los municipios (baldíos y tierras comunales).
Objetivos
- Pagar la deuda del Estado.
- Financiar obras públicas, principalmente el ferrocarril.
Consecuencias y Oportunidad Perdida
Las desamortizaciones fueron una gran oportunidad perdida para repartir las tierras entre los campesinos y transformar las bases de la agricultura española. En el terreno económico y social, solo sirvieron para acentuar el latifundismo y empeorar la situación socioeconómica de los campesinos. La eliminación de la propiedad comunal les obligó a emigrar a las ciudades, dando paso a la proletarización del campesinado.