Desarrollo Personal: Un viaje de autodescubrimiento y crecimiento

Clasificado en Filosofía y ética

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En primer lugar, para dar hay que tener. Hay un más y un menos en el querer; tenemos un modo de ordenar, una jerarquía, en las cosas que queremos. Lógicamente, lo mejor que tenemos es lo que miramos con más amor. Y lo que miramos con más amor es lo que somos. Pero, ¿qué somos de verdad, de qué somos capaces? Para descubrirlo me propongo recorrer una serie de pasos, que están jalonados por las siguientes convicciones:

  • Somos capaces de mucho más de lo que pensamos.
  • Para crecer de verdad, tenemos que estar dispuestos a tocar nuestros límites, a adentrarnos en lo desconocido, a abandonar los espacios confortables previamente habitados.
  • Es verdad que el trabajo, el mercado de trabajo, nos pone a prueba.
  • Sólo los valores son capaces de elevar verdaderamente la moral de las personas, de las instituciones, de las organizaciones y de los pueblos.
  • Todos, las personas y los pueblos, queremos progresar. Se trata de un anhelo irrenunciable y universal, lo cual demuestra que está dentro de la propia naturaleza.
  • No aceptamos un verdadero desarrollo incompleto, parcial.
  • Cada persona tiene una forma de ser, un don especial. Ese debe ser el punto de partida y de apoyo cuando nos proponemos, o proponemos a otros, objetivos de mejora.
  • Ocurre que para descubrir el don que cada persona tiene, aquello que la hace única y más valiosa, es preciso querer (no sólo querer descubrirlo sino querer de verdad a la persona).
  • Por último, nuestras capacidades y cualidades más valiosas no dejan de sorprendernos con su lógica. Así, por ejemplo, cuanta más confianza damos, más confianza tenemos.

1. ¿Sabemos lo que nos pasa?

El gobierno implica llevar las riendas, no dejarse arrastrar por los acontecimientos; supone verdadero control de lo que sucede más allá de certificar lo inevitable.

Por su parte, resistir implica vencer al miedo y transmite seguridad en que también los males tendrán su final, permitiendo a las aguas volver a su cauce.

Resulta imposible satisfacer a quien no sabe lo que quiere, o a quien sencilla y llanamente afirma que siempre quiere más.

Quizás ahora sea verdad que no sabemos lo que nos pasa, y eso es exactamente lo que nos pasa. Podemos llegar a satisfacer las necesidades que tenemos (para eso estamos dotados de capacidades proporcionadas a su complejidad), pero lo que nunca se puede satisfacer es la insatisfacción radical.

2. Vamos a llevarnos bien

La imagen que cada uno tenemos de nosotros mismos no tiene por qué coincidir con la que los demás tienen de nosotros. Por muchos motivos. Uno de ellos, porque normalmente no aireamos la intimidad; pocas personas tienen acceso a conocer lo que pensamos (nuestra autoimagen) o cuáles son nuestros valores.

Esta realidad en modo alguno constituye un problema. Y sabemos que una de las mejores maneras de mejorar nuestro conocimiento propio consiste en provocar de los demás un comentario sincero acerca de las impresiones que despertamos.

Solos no podemos mejorar, y tenemos que considerar relevantes los puntos de vista de quienes nos los ofrecen, porque nos ponen al descubierto los puntos débiles.

3. Dar una buena imagen

Ya sabemos que averiguar cómo nos ven los demás es una información relevante para conocernos, ya que nos permite descubrir algunos “puntos ciegos”.

También es cierto, aunque en otro sentido diferente, que conocer a los demás nos ayuda a saber de nosotros mismos.

Tratar de labrarse una “marca personal” no puede llevar a construir algo alejado de la naturaleza, obviando el estilo propio, la forma de ser. Además, debe tener muy presente que lo único que un profesional no puede permitirse perder es su reputación.

Hablar de imagen e identidad, por tanto, no equivale exactamente a hablar de cómo nos ven y cómo nos vemos, porque ambas dimensiones forman parte de lo que somos.

Si las personas somos seres que se relacionan, la pregunta por la identidad va de la mano de la pregunta por la imagen. Y si queremos dar siempre una buena imagen, ¿no será porque estaba antes de que la buscásemos?

4. Mucho más de lo que podemos imaginar

Nadie da lo que no tiene, por lo que dar una imagen buena debiera presuponer tenerla. Pero si la imagen que reflejamos (que damos) constituye no sólo una consecuencia de lo que verdaderamente hacemos, sino la fuente y raíz de lo que podemos lograr, esa imagen sólo se puede tener si se ha recibido.

Sacar lo mejor de nosotros mismos, un don que es original tanto por ser único, como por ser origen de todos los demás dones.

Conocernos en profundidad tiene mucho de descubrirnos, no sólo en el sentido de sorprendernos (en ningún caso de pillarnos por sorpresa), sino sobre todo en el de desvelarnos.

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