Desarrollo Social Infantil: Juego, Relaciones y Habilidades Sociales Clave

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El Juego Rudo y el Desarrollo Social Infantil

El juego rudo o desordenado, una actividad vigorosa que incluye lucha, golpes y empujones, con frecuencia acompañada de risas y gritos, y que en ocasiones resulta difícil diferenciarlo de una pelea, proporciona un contexto ideal para la puesta en práctica de todas esas destrezas físicas y motoras que los niños están desarrollando. Además de realizar ejercicio físico, los niños también pueden evaluar su propia fuerza en comparación con la de otros chicos. Este tipo de juego también tiene una función social: los niños acostumbran a tener amigos cercanos con quienes luchan, posiblemente porque confían en que sus amigos no se volverán agresivos durante el juego. Asimismo, con ellos aprenden a medir sus fuerzas y a diferenciar entre juego y agresión. Los niños rechazados, sin embargo, suelen tener dificultades en este tipo de interacción, respondiendo de forma agresiva al confundirlo con una verdadera agresión.

Competencia Social en la Infancia

La competencia social se desarrolla a través de la estrecha interacción entre la relación con los adultos y la relación con los compañeros. Ambas cumplen funciones diferentes y ninguna puede sustituir totalmente a la otra. Con los adultos se produce el primer tipo de relación social, como consecuencia del cual se adquiere la seguridad o inseguridad básica.

Diferencias Conductuales entre Niños Rechazados y Aceptados

Uno de los procedimientos más utilizados para estudiar la competencia social consiste en analizar las conductas que diferencian a los niños con niveles extremos de aceptación y rechazo, evaluando dichos niveles a través de técnicas sociométricas. A continuación, se detallan algunas de estas conductas problemáticas:

  1. Conductas problemáticas en relación con la tarea y el profesor, que reflejan la inadaptación al contexto social en el que se produce el rechazo (la escuela).
  2. La falta de habilidad para expresar aceptación o la tendencia a expresar rechazo.
  3. La incapacidad para establecer relaciones simétricas de colaboración, de intercambiar el control.
  4. Una desmesurada necesidad de llamar la atención sobre uno mismo, que suele producirse como consecuencia de la incapacidad para adaptarse a las situaciones grupales.

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