Descartes: La Búsqueda de la Verdad a Través de la Duda Metódica

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La Búsqueda de la Verdad en Descartes: De la Duda a la Certeza Absoluta

La filosofía de René Descartes se erige sobre la confrontación entre la duda y la certeza. Su ambicioso proyecto consistió en construir un sistema científico unitario, donde todas las verdades estuvieran encadenadas deductivamente. Para ello, era imperativo hallar una primera verdad absolutamente evidente y cierta, que sirviera como fundamento inquebrantable para todo el conocimiento posterior.

La Duda Cartesiana: Un Método Hacia la Verdad

Descartes elige el camino de la duda como herramienta metodológica. Su propósito es aceptar como verdadero solo aquello que se presente a la mente con absoluta evidencia, sometiendo todo a un escrutinio riguroso para identificar un resto indubitable y cierto. Es crucial entender que la duda cartesiana no es escéptica ni real, sino puramente metódica, empleada con el fin de alcanzar la verdad. Además, posee características distintivas:

  • Teórica: No se aplica a las costumbres ni a la moral, sino exclusivamente al ámbito del conocimiento.
  • Universal: Se extiende a todas nuestras ideas y creencias.
  • Radical: Afecta incluso a nuestras convicciones más básicas y arraigadas.

Los Motivos de la Duda: Cuestionando la Realidad

Descartes aplica esta duda metódica de manera sistemática, identificando varios motivos para cuestionar la validez de nuestras percepciones y razonamientos:

1. La Duda sobre los Sentidos

En primer lugar, Descartes duda de que el mundo sea tal como lo percibimos a través de los sentidos. Dado que estos nos engañan en ocasiones (por ejemplo, una torre cuadrada que parece redonda a la distancia), se podría suponer que nos engañan siempre, impidiendo un conocimiento fiable de la realidad externa.

2. La Duda sobre el Razonamiento

En segundo lugar, es posible dudar de la fiabilidad de nuestros razonamientos y deducciones. La experiencia demuestra que, incluso en operaciones matemáticas o lógicas, a veces cometemos errores, lo que nos lleva a cuestionar la infalibilidad de nuestra propia razón.

3. La Duda sobre la Existencia del Mundo (El Argumento del Sueño)

En tercer lugar, Descartes cuestiona la propia realidad y existencia del mundo. ¿Cómo podemos estar seguros de que no estamos soñando? A menudo, en el sueño, las experiencias son tan vívidas que las confundimos con la vigilia. Esta indistinción entre sueño y realidad plantea una profunda incertidumbre sobre la existencia de un mundo exterior.

4. La Hipótesis del Genio Maligno

Aunque las verdades matemáticas parecen indudables incluso en el sueño, Descartes introduce un cuarto y más radical motivo de duda: la hipótesis del genio maligno. Esta figura, en lugar de un Dios benevolente, sería un espíritu igualmente poderoso pero maligno, dedicado a inducirnos a error incluso en lo más evidente y aparentemente cierto. Esta hipótesis es una metáfora poderosa que expresa la duda sobre la fiabilidad de la razón misma, incluso en sus operaciones más fundamentales.

El Cogito: La Primera Certeza Inquebrantable

Tras someter todo a la duda más radical, Descartes encuentra, por fin, una verdad inmune a cualquier cuestionamiento. Puedo dudar de todas las ideas que pienso, incluso de la existencia de las cosas y de mi propio cuerpo, pero no puedo dudar de que estoy dudando. Y dudar es una forma de pensar. Si pienso, entonces existo. Esta es la célebre formulación: Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo).

La existencia del propio pensamiento es la primera certeza absoluta, el punto de partida indubitable sobre el cual Descartes construirá todo su sistema filosófico. No es posible dudar de la propia actividad de pensar sin caer en una contradicción lógica, ya que dudar es, en sí mismo, un acto de pensamiento.

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