Descartes y el Cogito: La Búsqueda de la Certeza Filosófica

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La Duda Cartesiana y la Certeza del Cogito

Una vez que Descartes ha expuesto las diversas fases por las que transita la duda metódica, la cuestión fundamental es si existe alguna posibilidad de encontrar algo que, pese a todo, sea indudable; alguna certeza que resista todo el proceso de la duda. Pues bien, por más que nos engañemos en lo referente a la verdad de los juicios o las ideas que nuestra mente tiene, no nos podemos engañar respecto a que estamos realizando la acción de pensar, aun cuando lo pensado sea falso.

Para Descartes, "pensar" abarca cualquier actividad de la mente: dudar, afirmar, negar, amar, odiar, imaginar o sentir, incluyendo así los razonamientos y las pasiones. De aquí que la afirmación «Pienso, luego soy» (Cogito, ergo sum) constituya una certeza que ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos pueden socavar. Los escépticos son aquellos filósofos que sostienen que es imposible hallar una verdad indudable.

El Cogito como Pilar de la Filosofía Cartesiana

La diferencia esencial del Cogito con respecto a sus antecedentes radica en que, tanto en Las Meditaciones Metafísicas como en El Discurso del Método, forma parte de un planteamiento original que problematiza la existencia de cualquier realidad distinta del yo. Es decir, el yo se convierte en el primer y fundamental principio de la filosofía cartesiana.

Implicaciones Fundamentales del "Pienso, Luego Soy"

  1. En primer lugar, la naturaleza de ese yo no es otra que la de una cosa pensante (res cogitans), inmaterial e inextensa. El cuerpo, en cuanto cosa extensa (res extensa), es completamente distinto de la mente, y su existencia se cuestiona hasta que se establece la certeza del yo pensante.

  2. En segundo lugar, la afirmación «Pienso, luego soy» (o su formulación completa: «Todo lo que piensa, existe; yo pienso, por tanto, yo existo») es la verdad incuestionable de la autoconciencia, reconocida cuando la duda es llevada hasta sus últimas consecuencias.

  3. En tercer lugar, el Cogito es el primer principio de la filosofía, incluyendo la física, ya que la existencia de un mundo extenso y en movimiento será garantizada por una idea innata del sujeto pensante: la idea de Dios.

  4. Por último, «Pienso, luego soy» se convierte en el modelo de verdad a partir del cual es posible descubrir cualquier otra verdad.

Claridad y Distinción en el Conocimiento Cartesiano

El conocimiento que se expresa en juicios puede ser claro sin ser distinto, pero no viceversa. Por ejemplo, se puede percibir claramente un dolor, pero sin tener una comprensión distinta de su naturaleza o causa.

En El Discurso del Método y en Las Meditaciones Metafísicas, inmediatamente después de enunciar el criterio de claridad y distinción, Descartes señala una dificultad: es complejo identificar el conocimiento verdaderamente claro y distinto, a diferencia de lo que a menudo se confunde con él.

El Papel de Dios y la Hipótesis del Genio Maligno

La única garantía para el conocimiento discursivo la proporciona la demostración de la existencia de un Dios bueno y veraz, que disipa la hipótesis de un genio maligno. Sin embargo, Descartes responde que el conocimiento intuitivo no necesita de esta garantía divina, sino solo el discursivo, ya que en este último podemos olvidar las razones que nos llevaron a una determinada conclusión.

Pero si es así, entonces la hipótesis del genio maligno no presenta el carácter radical que parece otorgársele en las Meditaciones.

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