Descartes: Cogito, Ideas y Sustancias - Fundamentos del Conocimiento

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1. El Cogito

Cogito, ergo sum. “Pienso, luego existo”, esta es la primera certeza a la que llega Descartes, el único dato que conoce con seguridad y sobre el cual deberá construir todo el edificio del conocimiento. Descartes duda de su realidad solo como método, no como actitud vital. La duda cartesiana es metódica, no escéptica. Descartes no la plantea como límite de las capacidades humanas, sino como herramienta, con el convencimiento de que, haciendo uso de ella, podemos llegar a la verdad.

La aplicación del método cartesiano nos ha llevado a una certeza fuera de toda duda: la existencia del yo como algo que piensa. El mismo método exige analizar bien esta idea para no extraer de ella conclusiones precipitadas que puedan llevarnos al error.

2. Los Contenidos de la Mente: El Innatismo de las Ideas

Descartes, reflexionando sobre su propio pensamiento, descubre en el yo que piensa tres tipos de ideas:

  • Las ideas adventicias, que parecen provenir de la experiencia del mundo exterior.
  • Las ideas facticias, que la mente construye a partir de ideas adventicias.
  • Las ideas innatas, que no parece que puedan provenir de la experiencia ni ser construidas a partir de ella, sino que son productos exclusivos del funcionamiento de la razón.

Las ideas adventicias y facticias podrían aparecer o no en nuestra mente y a menudo se muestran como erróneas. Las ideas innatas, en cambio, forman parte del funcionamiento de la razón y algunas de ellas resultan evidentes. Para Descartes, solo las ideas innatas pueden servir como punto de vista fiable de la construcción del conocimiento. Las ideas innatas son producidas por la mente partiendo de sí misma y con independencia de cualquier experiencia sensorial.

3. La Idea de Sustancia: Las Tres Sustancias

La idea de sustancia es aquella realidad permanente y estable que existe por sí misma, con independencia de cualquier otra cosa y que sirve de base a las diversas cualidades. Descartes afirma que el hecho de que no tengamos conocimiento experimental de la idea de la sustancia demuestra que esta es una idea innata, que no proviene de la experiencia, sino que pertenece a la propia razón.

De hecho, en su actividad de pensar, el pensamiento descubre la idea de tres tipos de sustancia:

  • La sustancia pensante: es la primera evidencia indudable de nuestra búsqueda, pero no nos permite salir de nosotros mismos. Soy pensamiento y tengo pensamientos, pero no puedo saber si estos pensamientos se corresponden con alguna cosa fuera de mí mismo.
  • La sustancia extensa: corresponde con los objetos exteriores, se caracteriza por la extensión, la propiedad de ocupar espacio.
  • Lo que permite a Descartes pasar del mundo de la conciencia al mundo exterior, del pensamiento a la realidad material, es Dios, es decir, la sustancia infinita.

4. La Demostración de la Existencia de Dios: La Garantía del Conocimiento

Tener en la mente la idea de sustancia infinita no significa que Dios exista, sino solo que entendemos la idea de la absoluta perfección. La razón no es perfecta por el hecho mismo de que duda, y la duda, que es un defecto, no es propia de una entidad perfecta. Si somos criaturas imperfectas, ¿cómo hemos podido crear una idea perfecta, como la idea de Dios? Partiendo de que la causa siempre debe tener más realidad que el efecto, Descartes llega a la conclusión de que solo un ser perfecto puede haber puesto en nosotros la idea de perfección; a este ser lo llamamos Dios.

La idea de Dios incluye necesariamente su existencia, porque un Dios inexistente ya no sería perfecto y entraría en contradicción con su propia definición. La existencia de Dios elimina la hipótesis del genio maligno y se convierte en garantía del conocimiento.

5. La Primacía de la Razón: El Giro Subjetivista

Descartes reivindica la autonomía de la razón y cuestiona el realismo ingenuo que identifica, sin más, pensamiento y realidad, y abre las puertas al idealismo, es decir, a la reducción de la existencia al mero pensamiento.

Frente a un pensamiento que se constituía a partir de un mundo exterior indiscutible, aparece la convicción de que es el propio pensamiento el que determina si aquello que se presenta a la conciencia como real lo es y en qué modo. Es el llamado giro subjetivista que marcará toda la filosofía posterior.

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