Descartes: La Construcción de la Realidad a Través de Dios y la Sustancia Extensa

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Dios, Sustancia Perfecta e Infinita en la Filosofía Cartesiana

Descartes considera que el yo pensante no es perfecto, pero posee la idea de perfección. La idea de perfección innata en nosotros es la idea de un ser perfecto (Dios). Según Descartes, al ser seres imperfectos, la idea de Dios no puede provenir de nosotros; por lo tanto, debe haber sido una realidad divina la que la ha infundido en nuestras mentes.

Así, entre el conjunto de ideas que posee el yo pensante, hay una que permite ir más allá de la propia subjetividad, permitiendo afirmar, clara y distintamente, que fuera de la mente existe una realidad extramental. Esta idea tan privilegiada es la idea innata de Dios.

La Demostración de la Existencia de Dios: Garantía del Conocimiento

La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Una vez establecida, se sabe que fuera del yo existe un ser que no puede permitir que las ideas claras y distintas sean un engaño. Así, Descartes da un paso más: Dios se convierte en la **garantía del conocimiento**. En Dios residen las grandes verdades eternamente establecidas por Él: todas las verdades matemáticas, las leyes de la naturaleza, entre otras.

El Argumento Ontológico de San Anselmo en Descartes

En sus argumentos a favor de la existencia de Dios, Descartes incorpora el antiguo **argumento ontológico** de San Anselmo. Así como la idea de triángulo es inseparable de sus propiedades (por ejemplo, tener tres lados y tres ángulos), la esencia de Dios es inseparable de su propiedad más fundamental: la existencia. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección tan esencial como la existencia.

El Mundo, la Sustancia Extensa: Fundamento de la Realidad Material

Si el yo posee una idea clara y distinta de su cuerpo extenso y existe un Dios perfecto y veraz, este Dios, que ha creado al ser humano racional, no puede permitir que se engañe cuando hace uso adecuado de su razón. Así, la bondad de Dios garantiza que la profunda inclinación o tendencia natural humana a creer en la existencia de las cosas extensas no es engañosa.

Por lo tanto, además de la sustancia pensante (el *yo*), existe otro tipo de sustancia finita y creada: la de los cuerpos, todos ellos con un atributo fundamental: la **extensión**. La materia constituye la tercera sustancia de la metafísica cartesiana. Cualquier forma de vida —la del propio cuerpo, la de los animales o la de las plantas— no es más que un mecanismo, un conjunto de piezas articuladas y extensas que generan movimiento.

La Existencia del Mundo Material y la Veracidad Divina

De este modo, Descartes llega a la conclusión de que la sustancia extensa (el mundo material) existe. Descartes considera que Dios es la garantía del conocimiento de nuestras verdades claras y distintas, lo cual no significa que todo lo que puedan captar nuestros sentidos deba recibir dicha consideración. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que, cuando logramos explicar el funcionamiento del mundo físico a través de las matemáticas, tenemos la garantía de que nuestra concepción se ajusta a los hechos.

La Glándula Pineal y la Interacción Mente-Cuerpo

Descartes abordó cuestiones relacionadas, por ejemplo, con el movimiento: propuso que en medio de nuestro cuerpo se encontraría la **glándula pineal**, y en ella se alojaría el alma, que desde allí se conectaría con el cuerpo para modificar sus movimientos.

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