Descartes: La duda universal y el cogito

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Descartes se plantea, en primer lugar, la necesidad de conocer la estructura de la razón. La razón conoce gracias a dos operaciones fundamentales: la intuición y la deducción. Descartes define la intuición como una luz o instinto natural que permite conocer un concepto con total claridad y distinción, con absoluta certeza. La deducción, por su parte, consiste en la cadena de conexiones necesarias que se establece a partir de conceptos que conocemos con certeza, es decir, a partir de intuiciones.

El método consistirá, pues, en una serie de reglas que garantice el empleo correcto de estas dos operaciones de la mente. La duda cartesiana tiene características propias: Es universal y radical, es metódica y no escéptica, es provisional y constructiva, un punto de partida para buscar la certeza es un instrumento para alcanzar la verdad y construir la filosofía y es teorética, lo que significa que sólo debe afectar al nivel de reflexión filosófica, y no al de las creencias y la conducta.

Para justificar la necesidad de esta duda universal, Descartes esgrime una serie de razones: El engaño de los sentidos , la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño y la hipótesis de un genio maligno.

Sin embargo, la duda cartesiana tropezará con una primera certeza de la que no es posible dudar y que tiene su origen en la duda misma: la propia existencia del sujeto que piensa y duda.

Al afirmar mi propia existencia, lo único que afirmo es la existencia de una cosa que piensa: todo aquello que esa mente pensante percibe o piensa sigue siendo objeto de duda.

El cogito garantiza la realidad subjetiva de las ideas, puesto que existen en mi mente, pero no dice nada acerca de la realidad objetiva de esas ideas.

Entiende que hay tres tipos de ideas: Adventicias , facticias y las innatas , siendo estas el único hilo de investigación posible. En este proceso de duda, distingue tres sustancias, la res cogitans , la res infinita y la res extensa . Ésta última está regida por unas leyes físicas, que apoyan que el origen del movimiento está en una causa primera, Dios. En el universo de Descartes no hay causas finales: todo se explica por leyes mecánicas. El mundo, una vez creado, marcha solo según las leyes físicas principio de conservación del movimiento, principio de inercia, principio de dirección del movimiento.

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