Descartes y la Existencia de Dios: Análisis de las Pruebas Metafísicas

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Un ser perfecto no duda. A partir de esa conciencia de su imperfección surge en él la idea de perfección de un ser más perfecto que él. A esto se le suman dos argumentos de la tradición escolástica: el conocido "de la nada nada sale" y "lo más perfecto no puede provenir de lo menos perfecto". La estructura de la prueba esquemáticamente queda así: Existo yo sustancia pensante, teniendo en mí la idea de Dios con todas sus perfecciones y me reconozco imperfecto. Un ser que carece de perfecciones no puede ser causa de tal idea, pues "lo menos perfecto no puede ser causa de lo más perfecto". Si yo fuera causa de tal idea, me habría dado a mí mismo todas las perfecciones que concibo en esa idea y es manifiesto que yo no las poseo. Conclusión: existe Dios como causa de la idea que hay en mi perfección y tiene por sí todas las perfecciones que yo concibo en esa idea. La segunda es un complemento de la primera: Este argumento se fundamenta en la aplicación del criterio de evidencia a las ideas: mientras las ideas de cosas exteriores a él se presentan oscuras y confusas, no representan nada tan grande que él no pueda ser su causa, por imperfecto que sea; sin embargo, la idea de perfección es la más verdadera y la que menos se presta a la duda o falsedad, por ello exige una causa adecuada a su realidad. En definitiva Dios es perfecto, luego existe. Para saber si Dios existe es necesario saber antes qué es. Si de Dios no se supiera lo que es no se podría demostrar que existe. La naturaleza de Dios se obtiene con aplicar la intuición racional a la idea clara y distinta de perfección que representa la idea de Dios. Así se entiende por Dios una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente y por la que yo y todas las demás cosas que existen fueron creadas y producidas. La tercera prueba es la más famosa de Descartes: La demostración implica un argumento a priori o desde su esencia: de la idea de Dios como ser perfecto en el seno de una conciencia imperfecta se deduce la existencia de ese ser perfecto. Vuelve Descartes a examinar la idea de Dios de perfección y encuentra que en su propia definición, en su propio contenido representativo, sí está contenida la existencia de aquello que tal idea representa. En definitiva una versión del argumento ontológico de Anselmo. La diferencia es que Descartes define a Dios como un ser "sumamente perfecto" que no puede no existir, porque de lo contrario no sería un ser supremamente perfecto. No es posible conocer la esencia de Dios sin admitir su existencia. Nace el primer sistema metafísico de la modernidad: habrá una sustancia infinita o Dios y dos sustancias finitas creadas por Dios y que necesitan de su concurso para existir. Según Descartes, la demostración de la existencia de Dios es la superación del solipsismo de la conciencia y el paso al reconocimiento de la realidad y consistencia de las objetividades. Descartes afirma que Dios no me puede engañar.

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