Descartes, Freud y Marx: Un Debate Filosófico sobre la Conciencia y la Razón
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Descartes es un filósofo que deja un sabor agridulce. Destaca su "campaña" contra todo tipo de prejuicios, falsas creencias, opiniones, conocimientos heredados de la tradición y su intento por fundamentar nuestro saber en la evidencia racional como criterio de verdad, pero nos deja perplejos cuando se saca de la chistera a Dios como garante del mismo y por ese tufillo que lo ancla a la filosofía escolástica, con su estructuración de la realidad en tres tipos de sustancias. Como el buen filósofo que era, lo mejor de Descartes son sus preguntas que han abierto problemas filosóficos profundos, problemas que todavía siguen dando que pensar. Por ejemplo, ¿es nuestra mente sólo conciencia? Descartes hubiera respondido afirmativamente a esta cuestión. El yo, nuestra mente, es pura conciencia. El yo es dueño de sí mismo, es razón.
El Inconsciente Freudiano: Una Crítica a la Conciencia Cartesiana
Sin embargo, a comienzos del siglo XX apareció una teoría que mantenía una posición contraria: el Psicoanálisis de Freud, que ha tenido una influencia verdaderamente formidable. Su idea básica es que detrás del yo está el inconsciente. Nuestra mente estaría compuesta de tres estructuras: el yo, que equivaldría a la parte consciente cartesiana; el superyó, que equivaldría a la interiorización de las normas; y el ello, que equivaldría a nuestros instintos, siendo esta última la que ejercería mayor influencia sobre nuestra conducta. La conciencia sería como la punta de un iceberg por debajo de la cual hay un magma en continua ebullición, un mundo subterráneo de sapos y culebras que mueve nuestro actuar a su antojo. La libido o los instintos de Eros y Tánatos (vida y muerte) son los causantes de nuestras acciones, no la razón.
La Razón y los Intereses: La Perspectiva de Marx
En la misma línea, la razón que defiende Descartes y que llamaríamos junto con Ortega "Razón Pura", desencarnada, para Carlos Marx no está libre de intereses. Todo pensamiento está determinado socialmente (contra quienes piensan, como Descartes, que las ideas son autónomas, Marx nos advierte que hay quienes hacen pasar sus intereses particulares como si conviniesen a todos). No es el sujeto consciente el que empuja la historia hacia lugares donde habitar mejor, sino fuerzas económicas que funcionan al margen del pensar humano.