Descartes y el Método: La búsqueda de la verdad absoluta
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En la III parte del Método encontramos que La “moral provisional” cartesiana se basa en meras posibilidades, pero para fundar la filosofía hay que basarse únicamente en evidencias absolutas en ideas “claras y distintas”. Pero dudar de todo es solo un procedimiento para encontrar una verdad indubitable. No es un escéptico en ningún momento. Su duda será una duda metódica y, además es universal, hiperbólica y teorética.
La filosofía como un árbol
Según Descartes toda filosofía es cómo un árbol cuyas raíces son la metafísica (“Principios de la Filosofía”), el tronco es la física, y las ramas que salen de este tronco son las otras ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral. Descartes define la moral como el último grado de sabiduría, al presuponer el conocimiento completo de las otras ciencias.
Construcción de la metafísica
Una vez formuladas las reglas del método y la moral provisional, en la IV parte del Método, Descartes construye la metafísica que es la “raíz del árbol de la ciencia”. En primer lugar deberá establecer una primera verdad absolutamente evidente, de la que pueda deducir todas las demás. A partir de ella construirá un sistema deductivo de explicación de las substancias. Esta verdad es el cogito (que es una intuición).
El camino de la duda
Para proceder Descartes escoge el camino de la duda (duda metódica). En primer lugar, es posible dudar de la información dada por los sentidos: si los sentidos nos engañan a veces, se podría decir que nos engañan siempre. En segundo lugar, también es posible dudar de nuestros razonamientos, puesto que a veces nos equivocamos en razonamientos muy sencillos. En tercer lugar, es posible dudar incluso del mundo que nos rodea: ¿cómo distinguir la realidad de las ilusiones del sueño?
La certeza en la duda
Sin embargo, la duda cartesiana tropezará con una primera certeza de la que no es posible dudar y que tiene su origen en la duda misma: la propia existencia del sujeto que piensa y duda. Lo único que no puede eliminar a la propia duda es la duda misma. Como dudar es un modo del pensar: “Pienso, luego existo” será el primer principio evidente.
Realidad objetiva de las ideas
Descartes entiende que todas las ideas son igualmente reales en cuanto que todas son actos mentales “una realidad subjetiva”, pero no todas tienen la misma realidad si se considera que la idea representa un objeto realidad objetiva. El cogito garantiza la realidad objetiva de esas ideas, de si los objetos que representan existen fuera de mi pensamiento. Para llegar a saberlo, Descartes investiga el origen de las ideas, y en función de ese origen las divide en tres tipos:
- Adventicias. Las que parecen que llegan de la experiencia externa (las ideas de las cosas naturales, como la de árbol o caballo).
- Facticias. Las que construye la mente a partir de las ideas adventicias (las ideas que crea la fantasía, como la de centauro).
- Innatas. Ideas claras y distintas que el entendimiento parece encontrar en sí mismo, pero no las construye la mente ni proceden de la experiencia (por ejemplo, la idea de infinito).
Las ideas adventicias y facticias dependen de la realidad exterior, que Descartes todavía no ha demostrado. El único hilo posible de la investigación está, pues, en las ideas innatas.
Las tres substancias
Hemos visto cómo a partir del cogito, Descartes llega a la existencia de tres «cosas» (res, en latín) o substancias, cada una definida por un atributo (esencia), es decir, por una cualidad que es inseparable de la misma sustancia:
- Res cogitans (Substancia pensante) el yo, el alma, a la que corresponde el atributo del pensamiento.
- Res infinita (Substancia infinita) Dios, a la que corresponde la infinita perfección como atributo.
- Res extensa (Substancia extensa) los cuerpos, la materia, a la que corresponde la extensión.