Descartes y el Método Racionalista: Fundamentos del Conocimiento y la Verdad

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El Método Cartesiano: Racionalismo y la Búsqueda de la Certeza

René Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII, vivió una época de profundas incertidumbres y dudas, debido a una crisis de los fundamentos de la Edad Media, al tiempo que se gestaba la modernidad. Ante esta situación, y en contraste con las corrientes predominantes de su tiempo, Descartes emprendió una búsqueda incansable de la verdad y la certeza.

Contexto Filosófico y la Necesidad de un Método

Frente a los escépticos, quienes sostenían que no podemos encontrar ninguna verdad, Descartes buscó certezas inquebrantables. Y, en contraste con los empiristas, que fundamentaban el conocimiento en la experiencia sensible, Descartes situó el origen y la base del conocimiento en la razón. Sin embargo, pensaba que la razón necesitaba un método adecuado que la guiara para encontrar verdades de forma sistemática y segura. Por ello, elaboró su célebre método.

Para su formulación, Descartes no siguió el método silogístico de la escolástica aristotélica, pues consideraba que este no descubría nuevas verdades, no ofrecía certeza sino verosimilitud, y sus fundamentos no eran seguros. Sin embargo, se inspiró en el método deductivo de las matemáticas por su firmeza, el orden de sus razonamientos y su seguridad. Así, afirmó que su método consistía en tres o cuatro reglas sencillas que debían seguirse siempre:

Las Reglas del Método Cartesiano

  • 1. Regla de la Evidencia: No precipitarse ni ser excesivamente cauto, aceptando como verdadero (criterio de verdad) solo aquello que se perciba por intuición de forma clara y distinta.
  • 2. Regla del Análisis: Descomponer un problema en sus elementos más simples, cuya verdad se capta por intuición.
  • 3. Regla de la Síntesis: Deducir ordenadamente las verdades, partiendo de las más simples y fáciles de conocer hacia las más complejas y difíciles.
  • 4. Regla de la Enumeración (o Sinapsis): Repasar y revisar todos los pasos anteriores para asegurar la ausencia de errores y la completitud del proceso.

Aplicación y Fundamentación del Método: La Duda Metódica

Descartes aplicó con éxito su método a diversas ciencias (geometría, física —estudiando lentes—, anatomía, etc.), pues consideraba que todas estaban interconectadas al basarse en la razón. Sin embargo, se percató de que también debía aplicarlo a la filosofía (especialmente a la metafísica), ya que esta constituía la raíz del árbol del saber.

Es decir, debía fundamentar su método mediante una crítica a la razón, para discernir sus límites y garantías. De lo contrario, solo se podría confiar en su método de forma espontánea, pero no de manera absoluta y completa. Para fundamentarlo, empleó su famosa duda metódica (consistente en considerar provisionalmente como falso todo aquello de lo que se pudiera dudar, hasta encontrar una primera verdad que sirviera de base para las siguientes).

Esta duda es hiperbólica (lleva la duda al extremo), provisional (es un instrumento, no un fin), no psicológica (no es una duda escéptica real, sino un ejercicio intelectual) y lógica (busca la certeza racional). Así, tras dudar de la información obtenida por los sentidos, de la existencia del mundo e incluso de las verdades matemáticas por diversos motivos (los sentidos a veces nos engañan, la hipótesis del sueño y la del genio maligno), encontró la primera verdad indudable: “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum), que identifica con una res cogitans (sustancia pensante).

Y para salir del solipsismo (la idea de que solo existe el yo pensante), demostró la segunda verdad: la existencia de Dios, quien es veraz y bueno, y no nos engaña. De este modo, lo que percibimos como claro y distinto (las tres sustancias: Dios, el alma y el mundo) resulta ser verdadero. De esta manera, restituyó la realidad y la posibilidad del conocimiento cierto.

Conclusión y Legado Cartesiano

En resumen, Descartes, con su método, buscó responder a los problemas de su época, procurando certezas a través de la razón. Se percató de la necesidad de legitimar su método mediante una crítica a la razón para asegurar su validez completa, y afirmó haberlo logrado al demostrar la existencia de un Dios veraz.

No obstante, sus pruebas para demostrar la existencia de Dios son objeto de crítica (por ejemplo, se le acusa de caer en un razonamiento circular, conocido como el "círculo cartesiano"), lo que, en última instancia, dejó su método sin la certeza total que buscaba conferirle. Su mérito principal, sin embargo, radica en inaugurar la modernidad en filosofía al plantear la necesidad de una crítica profunda a la razón como punto de partida para todo conocimiento.

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