Desvelando la IA, la Conciencia y los Grandes Debates Filosóficos
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La Máquina de Turing y los Orígenes de la Computación
Alan Turing es uno de los científicos clave para entender la aparición de las computadoras, pues describió una máquina ideal que sirvió de modelo para construir los primeros aparatos. Al ser un mecanismo sencillo con un gran poder de aplicación y capaz de reproducir uno de los aspectos fundamentales de la inteligencia humana, pronto se planteó la posibilidad de que las neuronas funcionaran de forma similar.
El Test de Turing: ¿Puede una Máquina Pensar?
Para distinguir entre un humano y una máquina, Turing consideró que un buen método sería plantear preguntas y atender a las respuestas. Este es el conocido como Test de Turing. Un ordenador puede programarse de forma que analice las palabras utilizadas en la pregunta para incorporarlas en la respuesta, de manera que articule enunciados con sentido. Un buen test podría poner al descubierto estas estrategias y mostrar que detrás de ellas no hay una mente inteligente. Sin embargo, un ordenador con una memoria muy potente, capaz de almacenar millones de respuestas adecuadas a cualquier pregunta que se le plantease, podría pasar el test, por lo que superar el Test de Turing no significa que una máquina piense. Para pensar, la creatividad y la imaginación son fundamentales, y por el momento, se ignora cómo una máquina puede ser innovadora.
Los Qualia: La Barrera de la Conciencia Subjetiva
Otra barrera infranqueable para las máquinas son las vivencias. Filósofos y neurólogos suelen emplear el término qualia (plural de quale) para referirse a los estados mentales, a esas vivencias internas que constituyen el flujo de la conciencia. Son vivencias que uno mismo experimenta –e inaccesibles para el resto– sobre las sensaciones y emociones.
Argumentos Filosóficos sobre la Existencia de Dios
Argumento Ontológico
Ideado por San Anselmo en la Edad Media y defendido por Descartes. Según explica San Anselmo, todo el mundo tiene una idea de Dios según la cual es el ser más perfecto. Defiende que tanto los creyentes como los no creyentes comparten esa misma idea de Dios, y que la diferencia entre ambos reside en que el creyente, además de tener ese concepto de Dios, afirma que existe. La existencia contribuye a que un ser sea más perfecto. Si tengo la idea de Dios, pero no incluyo su existencia, entonces no se trata del ser más perfecto. Anselmo concluye que el no creyente en realidad se contradice, porque si analizara bien su idea de Dios, tendría que concluir con su existencia. Por definición, el ser del cual nada mayor puede pensarse debe existir.
Argumento del Diseño o Físico-Teleológico
Considera que la complejidad de los seres vivos y su adaptación al medio en el que viven, es una prueba de la existencia de Dios. Los órganos de los seres vivos cumplen una finalidad, lo que sugiere que han sido diseñados por un ser inteligente. Para Kant, era un razonamiento inválido porque la noción de causa –empleada aquí para afirmar que el diseño de los seres vivos es causado por un ser trascendente (que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible)– solo puede aplicarse al mundo de los fenómenos y de la sensibilidad. Por tanto, aplicar el concepto de causa a seres espirituales como Dios que, por definición, trasciende la realidad, es incorrecto.
Argumento Cosmológico
Para que exista cualquier cosa contingente (aquello que puede ser o no ser), debe existir un ser necesario. Para Kant, en este caso se comete, de nuevo, un abuso del principio de causalidad.