Determinismo e Indeterminismo: Explorando la Libertad Humana
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Determinismo e Indeterminismo: Un Debate Filosófico
Trazando una determinada trayectoria. ¿Diríamos que la piedra es libre, que cae así porque quiere? Por supuesto que no; al contrario, suponemos que la piedra está sometida a las leyes de la naturaleza (la fuerza de la gravedad, por ejemplo) y que son esas leyes las que determinan con qué velocidad cae y trazando qué trayectoria.
Pues bien, según el determinismo científico eso mismo valdría para el ser humano. Pensar que el hombre no es como la piedra, afirmar que es libre, es separarlo de la naturaleza y convertirlo en un ser especial, cosa que es falsa; el ser humano no está fuera de la naturaleza, es un ser natural más, y está por lo tanto sometido a las mismas leyes que el resto de seres de la naturaleza. Es decir, todo en él está determinado, y sucede conforme a leyes que desconocemos pero que no por eso dejan de existir.
Indeterminismo
En este capítulo se encuadran los filósofos que han defendido la realidad de la libertad, es decir, que el hombre es libre, en contra de lo que defienden los deterministas. Veamos algunas de esas respuestas.
J. Ortega y Gasset: Libertad Condicionada
José Ortega y Gasset (1883-1955) defiende que el ser humano es libre y que esa libertad es lo que se puede llamar una libertad condicionada. En palabras de Ortega, la vida es fatalidad en la libertad y libertad en la fatalidad. Lo cual significa que:
- La vida es fatalidad porque hay un conjunto de circunstancias dentro de las que se desarrolla la vida del individuo (por ejemplo, la época en la que nace, la sociedad, nuestro cuerpo o los rasgos básicos de nuestra personalidad) que vienen determinadas, es decir, que no elegimos sino que se nos imponen. Ésa es la dimensión de fatalidad de la vida humana. La circunstancia en la que estamos instalados y en la que se desenvuelve nuestra vida condiciona nuestro yo, y no está en nuestra mano su modificación.
- Pero Ortega está muy lejos de defender el determinismo. La fatalidad en la que se desenvuelve nuestra vida no es tan extrema como para determinar absolutamente la conducta que vamos a seguir: