Diego Velázquez: Genio del Barroco Español
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EL REALISMO BARROCO: VELÁZQUEZ Y MURILLO
Diego Silva Velázquez
Roma con Bernini, Amberes con Rubens y España con Velázquez, principales figuras del barroco. Diego Silva Velázquez, extraordinario retratista, abarca todos los géneros: el religioso, mitológico, paisaje y bodegón. Capta la luz y el movimiento de una manera serena y equilibrada, como era él.
En el taller de su suegro aprende y será pintor de Felipe IV. Realiza dos viajes a Italia: el primero de estudios, donde copiará a Rafael y a Miguel Ángel en el Vaticano, y su influencia se ve en la “Fragua de Vulcano”. El segundo viaje, 20 años después, acude como comprador para la colección real y retrata a su criado moro “Juan de Pareja” y a “Inocencio X” con gran veracidad. De esta época es la Venus del espejo, de composición similar a las diosas del amor venecianas. Al regresar a España se le nombra aposentador real y recibe el hábito de la Cruz de Santiago.
Etapas de su obra
Dos épocas: su etapa en Sevilla de juventud y formación y la madrileña de madurez.
Primera Etapa: Sevilla
En su primera etapa, llena de tenebrismo de Caravaggio, con uso de colores terrosos, contornos precisos que recuerdan en plasticidad a Martínez Montañés.
Se especializa en cocinas como “La vieja friendo huevos” o “El aguador de Sevilla”. Algunas obras religiosas como “Cristo en casa de Marta y María” o La mulata con bodegones a lo divino. Otras obras de importancia “La Inmaculada” y “San Juan en Patmos”, regalo de bodas a su esposa.
Segunda Etapa: Madrid
Hacia 1630 regresa a Italia y se ve un cambio de rumbo: “Los borrachos”, donde descubre la luz, capta el aire interpuesto perdiendo las formas su precisión, pero ganando los colores intensidad y utilizando la gama de grises plateados que le será tan propia. Su pincelada comienza a verse suelta, fluida, espontánea, adelantando la técnica impresionista. Pinta ahora paisajes como “Villa Médicis” de pequeño formato.
Retrata al rey, reina, príncipe Baltasar Carlos (de pie, a caballo, cazando…), al primer ministro conde duque de Olivares o a los bufones, retratados con dignidad por encima de sus miserias y lo grotesco de su trabajo. Pinta Las Lanzas o La Rendición de Breda para el Palacio del Buen Retiro representando un episodio histórico. En torno a 1630 su “Crucificado”, en el que homenajea la pintura de Pacheco, su suegro.
Obras Maestras: Las Meninas y Las Hilanderas
Al final de su vida, dos obras maestras: Las Meninas (1656) y Las Hilanderas (1657).
Las Meninas: La familia de Felipe IV, un retrato múltiple en el Alcázar de Madrid, todos frontalmente con su retrato, la infanta, el aposentador José Nieto, Mari Barbola y Nicolasito Pertusato, Marcela de Ulloa y Diego de Azcona. Los reyes reflejados en el espejo trasero: Felipe IV y doña Mariana de Austria.
En Las Hilanderas realiza un cuadro de tipo mitológico, la fábula de Aracne y Atenea, como si fuera un asunto vulgar de género, desprovisto de referencias heroicas y retóricas.