Diego Velázquez: El Maestro del Barroco Español
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Introducción
Diego Velázquez fue el pintor barroco español más importante, reconocido por su excelencia en diversos géneros: religiosos, mitológicos, retratos, históricos, paisajes y bodegones. Nació en Sevilla en 1599 y falleció en Madrid en 1660, desarrollando su obra en la segunda mitad del siglo XVII, durante el reinado del estilo barroco, llegado a España desde Italia.
Etapas de su Obra
Etapa Sevillana
Velázquez se formó en Sevilla, principalmente en el taller de Francisco Pacheco, donde aprendió dibujo y composición. Esta etapa se caracteriza por el estilo tenebrista, una tendencia italiana procedente de Caravaggio. Las principales características de esta corriente son el realismo, los contrastes de luz y la composición diagonal.
En esta primera etapa, Velázquez pintó temas religiosos y populares, extraídos de la vida cotidiana, como La Adoración de los Reyes Magos y La Vieja Friendo Huevos.
Etapa en la Corte de Madrid
En 1622, Velázquez se trasladó a Madrid e ingresó en la corte gracias al Conde Duque de Olivares, donde triunfó rápidamente. Obtuvo el título de pintor del rey Felipe IV, gran amante de la pintura. A partir de ese momento, comenzó su ascenso en la corte española, realizando interesantes retratos del rey y su famoso cuadro Los Borrachos (cuyo nombre original es El Triunfo de Baco), su primera obra mitológica.
Respecto a Los Borrachos, la composición es en aspa, cruzándose en Baco. La luz es efectista, dando importancia al protagonista. Velázquez utiliza colores terrosos y algún color brillante, así como el anacronismo, rompiendo con la unidad de tiempo (cada personaje es de una época diferente). Pintó este cuadro en honor a los labradores.
Influencia de Rubens y la Pintura Veneciana
Después de la primera visita de Rubens a Madrid en 1630 y de su primera estancia en Roma, influido por la pintura veneciana, Velázquez abandonó el tenebrismo y comenzó a interesarse por el color, la perspectiva aérea y el desnudo. Esto se aprecia en La Fragua de Vulcano, una obra mitológica pintada en Italia.
La Fragua de Vulcano narra el momento en que Hermes le cuenta a Vulcano que su esposa le está engañando. La luz es naturalista, con los puntos de luz en los cuerpos de los personajes. El objetivo de Velázquez es mostrar el dominio del desnudo y el estudio anatómico, recogiendo la curva praxiteliana, el contrapposto y el escorzo. La composición es equilibrada, con un movimiento naturalista.
Ascenso en la Corte y Retratos Ecuestres
De vuelta a España, Velázquez ascendió en la corte y se convirtió en aposentador real. En esta etapa, para la decoración del Palacio del Buen Retiro, pintó la colección de retratos ecuestres de Felipe IV, El Conde Duque de Olivares y El Príncipe Baltasar Carlos.
Las características de estos retratos son: paleta enriquecida, pincelada suelta, maestría de los caballos en escorzo y la captación del amplio paisaje de la Sierra de Guadarrama al fondo. Destaca el del pequeño príncipe, con gran maestría en su rostro, acordes cromáticos y brillante luminosidad del fondo en tres planos.
La Rendición de Breda
De la misma etapa es La Rendición de Breda, conocida como Las Lanzas. En ella, inmortaliza la entrega de las llaves de la ciudad holandesa por el general protestante vencido al general español ganador católico. Destaca la pesada masa del caballo en escorzo por detrás, el ritmo vertical de las lanzas en la parte superior y un paisaje luminoso con neblinas del cielo nostálgico del norte de Europa al fondo. Velázquez no renuncia a retratar a los personajes ni a sí mismo. Además de un cuadro histórico, es un ejemplo significativo de la concordancia luz-espacio-color en Velázquez.
Últimos Años y Obras Culminantes
En los últimos años de su vida, Velázquez pintó sus obras culminantes con una pintura fluida y aérea, pintando líneas y captando la luz, mostrando cómo esta juega con las formas, exaltándolas o deformándolas. Pintó nuevas series de retratos, pero sobre todo dos grandes composiciones: Las Hilanderas y Las Meninas.
- Las Hilanderas: Cuadro de género mitológico encargado por un noble. Recoge la fábula de Aracne y Ariadna. Hay dos escenas que se abren recíprocamente: en la primera, el proscenio, las figuras son realistas, brillantemente iluminadas y en el centro una mujer a contraluz. En la segunda, el escenario, en una estancia iluminada donde tres damas contemplan un tapiz. Lo que más destaca del cuadro es la luz y su acción sobre los cuerpos y las formas. Velázquez logra la mayor conquista en la historia de la pintura: retratar la luz.
- Las Meninas: El nombre oficial es La Familia de Felipe IV. Es un retrato. Existen varias interpretaciones: un retrato del rey Felipe IV, un retrato de la infanta Margarita de Austria, heredera del trono, o un retrato de la familia real en ese momento. Es la culminación técnica y social de Velázquez. Aparecen diez figuras, situadas casi en su totalidad en la mitad inferior del cuadro, creando un gran campo visual correspondiente a la estancia, que se amplía mediante una puerta al fondo. Organiza la composición a través de planos: la heredera rodeada de sus acompañantes (enanos y meninas) y un autorretrato de Velázquez pintando; dos personajes abocetados, sin fondo de luz; y al fondo, en un espejo, los reyes, iluminados por dos focos de luz, una ventana y una puerta abierta. Mediante contraluces, crea una perspectiva atmosférica. No es una composición real, se sirve de la técnica de los espejos. Alcanza la descomposición total de la pincelada en manchas (impresionismo).