Diego Velázquez: Maestro de la Pintura Española

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Introducción

Diego Velázquez, uno de los más grandes maestros de la pintura española, destacó por su dominio de la técnica, su realismo y su capacidad para capturar la atmósfera y la luz. Su obra, que abarca desde retratos hasta escenas mitológicas, influyó profundamente en el arte posterior.

Perspectiva Aérea y Temática

En primer lugar, Velázquez superó la perspectiva aérea, es decir, el método que produce sensación de profundidad a partir de la plasmación de la atmósfera. Lo logró mediante el color y la luz, ya que los objetos se ven más pálidos y nebulosos a medida que están a mayor distancia. Además, verás que trató todas las temáticas, incluso aquellas que no eran corrientes en la pintura española.

Primera Etapa: Sevilla

Aprendizaje y Tenebrismo

La primera etapa de Velázquez se desarrolla en Sevilla. En 1610 entró como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco, pintor de notable prestigio en Sevilla y con quien emparentó después de casarse con su hija. Su relación con Pacheco le permitió vivir en un ambiente culto. En estos momentos sus cuadros son tenebristas y utiliza colores oscuros y opacos. Además, siente un especial interés por representar las calidades de los tejidos y de los objetos. Ejemplos de esta etapa son La Vieja Friendo Huevos, entre otras.

Etapa Madrileña: Retratos y Luminosidad

Influencia de Tiziano

En su primera etapa madrileña trabajó sobre todo como pintor de retratos, utilizando varios. El Conde Duque de Olivares y el monarca Felipe IV fueron algunos de sus modelos. Los retratos de Velázquez recuerdan a los de Tiziano, aunque tienen un fondo más claro. Es ahora cuando Velázquez abandona los colores oscuros de su etapa sevillana y su paleta tiende a tonos rosas y blancos.

Primer Viaje a Italia

En su primer viaje a Italia, la paleta de Velázquez sufre una nueva transformación. Abandonó los tonos oscuros y se interesó por el estudio del paisaje y la creación de la atmósfera.

Etapa de Madurez: Retratos Reales y Bufones

Decoración del Palacio del Buen Retiro

De vuelta a la Corte madrileña, comienza su etapa más larga y fructífera. En un primer momento retrató a los miembros de la familia real y participó en la decoración del Palacio del Buen Retiro. Es ahora cuando aparecen los retratos ecuestres como los de Felipe IV, Isabel de Borbón o el Príncipe Baltasar Carlos.

Retratos de Bufones

A partir de 1643, Velázquez vuelve a pintar numerosos retratos. La mayoría de ellos no son de la familia real, sino de los bufones de la corte. Ejemplos de estos retratos son Juan Calabazas, Sebastián de Morra o El Niño de Vallecas.

Segundo Viaje a Italia: Reconocimiento y Nuevas Técnicas

Retrato del Papa Inocencio X

A finales de 1648 realiza un segundo viaje a Italia con la misión de adquirir allí obras para decorar el Alcázar real. En este nuevo desplazamiento, Velázquez ya era reconocido como un pintor y el propio Papa Inocencio X le encargó su retrato, una obra en la que plasma una viveza e intensidad novedosas gracias a la gama cromática clara.

Último Periodo: Obras Maestras

Venus del Espejo y Las Hilanderas

En 1651 vuelve a España. Comienza su último periodo, en el que pintó algunas de sus obras maestras como, por ejemplo, La Venus del Espejo. De este periodo es Las Hilanderas, cuadro que se hizo originalmente para un particular (no era para la corte) y es una de sus obras capitales por su complejidad y perfección.

Las Meninas

Un poco más tarde realizó el que sería su cuadro más famoso, Las Meninas, también conocido como La Familia de Felipe IV. Un complejo lienzo en el que la cotidianidad y la atmósfera que capta dan impresión de realismo y engaño visual.

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