La Dignidad Humana en la Filosofía de Kant: El Imperativo Categórico y la Libertad

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Relación de Ideas

El texto alude a uno de los rasgos fundamentales de los seres humanos: que son valiosos en sí mismos y por sí mismos. Es este valor intrínseco, la dignidad, lo que obliga a tratarlos como fines en sí mismos, es decir, con respeto. Esta idea se argumenta a partir de la contraposición entre dos tipos de seres: los objetos, privados de razón, y los seres racionales. Se dice de los primeros que tienen un valor condicionado o relativo, mientras que los segundos tienen un valor intrínseco. En efecto, la racionalidad convierte a los seres humanos en “personas”, les otorga dignidad y los hace merecedores de respeto.

Explicación de las Ideas

El texto nos presenta las bases de la segunda formulación del imperativo categórico kantiano. Estas bases se resumen en tres:

  1. Cualquier norma moral ha de ser universal, a priori y no empírica.
  2. Dicha norma se expresa de forma categórica, nunca estratégica o hipotética, y obliga a considerar a las personas como fines en sí mismos, es decir, como seres dotados de dignidad.
  3. La voluntad, en tanto que capacidad racional, es legisladora universal y artífice de la ley moral universal. Esta voluntad ha de ser autónoma, es decir, ha de seguir únicamente las normas que se da a sí misma.

De acuerdo con la segunda formulación que Kant hace de su imperativo categórico, el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo y como tal debe ser considerado. Tratar al hombre como fin en sí mismo implica que el hombre es el límite de nuestros actos. Esto significa que podemos hacer cualquier cosa siempre que, al mismo tiempo, respetemos la “humanidad” que cada hombre representa. Así es como el hombre, gracias a su capacidad racional para darse leyes, escapa al férreo determinismo de la naturaleza y se convierte en un ser libre. La libertad, para Kant, es lo más propio del hombre, porque justamente el hombre no es una cosa sino una persona, que no sólo obra libremente sino que, por medio de la razón, se transforma en autolegislador de su libertad. Por otro lado, como la ley es válida universalmente, es válida para el que legisla y para todos los hombres, para toda la humanidad.

La dignidad de la persona reside precisamente en el hecho de ser capaz de darse a sí mismo la ley, incluyendo al mismo tiempo en esa ley a toda la humanidad. En virtud de su dignidad, la persona no debe ser jamás tratada como una cosa, como un medio, sino como un fin en sí mismo. Por eso el hombre es, en realidad, el único fin posible al cual se puede atender en una acción para que ésta sea moral.

Un Aspecto Importante de la Ética Formalista de Kant

Un aspecto importante de la ética formalista de Kant es que permite reconsiderar los problemas inconclusos de la Dialéctica trascendental. El reconocimiento de la libertad como condición de la moralidad convierte a aquella en un postulado, y al alma en una realidad que, aunque no puede ser conocida al quedar al margen de la cadena de los fenómenos, sí ha de ser pensada como fundamento de la libertad y, por ende, de la autonomía de la voluntad.

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