Dimensiones de la Ética en el Trabajo Social: Teleología, Deontología y Pragmática
Clasificado en Filosofía y ética
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La ética en el Trabajo Social se compone de tres dimensiones interrelacionadas e inseparables, que se nutren mutuamente:
I. Dimensión Teleológica
Esta dimensión, la más abstracta, aborda la cuestión del propósito del Trabajo Social. Se pregunta sobre sus límites, su justificación y su razón de ser. Su objetivo principal es posibilitar el bienestar de los individuos que demandan o no la intervención del Trabajo Social. Esta dimensión establece los principios fundamentales que guían la disciplina, respondiendo al porqué y para qué del Trabajo Social.
Como señala Adela Cortina, es crucial revitalizar las profesiones recordando sus fines legítimos y los hábitos necesarios para alcanzarlos. Los valores y fines cambian con el tiempo, por lo que la reflexión constante es esencial. La ética profesional nunca es estática.
II. Dimensión Deontológica
Esta dimensión, más concreta y conocida, se basa en las aspiraciones de la dimensión teleológica. Se guía por normas, deberes e imperativos, y se manifiesta en los Códigos Deontológicos de cada profesión. Estos códigos, aunque pueden parecer un mero catálogo de normas y sanciones, deben reflejar los principios de la dimensión teleológica. Juntas, estas dimensiones generan una ética práctica cuyo objetivo es proteger la intervención en todas sus direcciones.
La deontología es una condición necesaria para el ejercicio profesional dentro de límites éticos, pero no suficiente. No abarca la ética como un aspecto transversal que acompaña cada acto profesional. Un código deontológico, aunque amplio y general, no puede prever todas las situaciones que surgen en la práctica del Trabajo Social. Es una norma básica, necesaria pero no suficiente. La ética aplicada se gesta en la interacción constante entre profesionales, sirviendo como un marco de referencia.
III. Dimensión Pragmática
Esta dimensión se centra en qué debe hacerse en una situación concreta, considerando la finalidad y los deberes que regulan la práctica profesional. Es el resultado de la práctica de la disciplina y se relaciona directamente con la intervención y el posicionamiento del profesional en este ámbito. Sin la dimensión pragmática, las otras dos carecen de sentido. Las dimensiones teleológica y deontológica organizan sus principios en función de la intervención. Si no se considera la dimensión pragmática, se produce una escisión, ya que la teleología y los códigos no se ajustarían a la realidad de la intervención.
Las tres dimensiones nos ayudan a encontrar el sentido de nuestra acción, evitando la arbitrariedad. La dimensión pragmática no puede existir sin las dos primeras, que establecen el marco para la intervención. Estas dimensiones reúnen las capacidades para alcanzar los fines y valores que conforman una vida profesional. Abandonar la ética y no reflexionar sobre las consecuencias de nuestras intervenciones nos convierte en meros gestores de recursos. Los cambios sin sentido y sin control quedan expuestos a cualquier consecuencia. Es fundamental reflexionar con el otro para construir algo diferente. El Trabajo Social es imposible sin ética.
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