Dimensiones Filosóficas y Teológicas de la Condición Humana

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La Sociabilidad Humana

Para los racionalistas, el ser humano posee una disposición natural a vivir en sociedad: el ser humano es un animal social que, al poseer lenguaje, tiene la posibilidad de vivir en comunidad. Ningún individuo es autosuficiente; se necesita por naturaleza vivir en sociedad. Como decía Aristóteles: «somos animales sociales», necesitamos la sociedad para vivir. Aristóteles, entre otros, concibe la sociedad como un «todo», un organismo del que el individuo forma parte. Separado del organismo, no hay posibilidad de supervivencia. Los estoicos y Spinoza piensan de forma parecida.

El hecho de la sociabilidad humana se basa fundamentalmente en dos argumentos:

  • A) Ningún individuo es autosuficiente para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales.
  • B) El ser humano es el animal más sociable gracias a la comunicación a través del lenguaje, que permite llegar a acuerdos para fundar sociedades.

La Libertad Humana

La libertad, como capacidad de tomar decisiones autónomamente, está para los racionalistas relacionada con la racionalidad humana. El ser humano puede conocer el mundo, la naturaleza, su funcionamiento y, gracias a este conocimiento, puede manipularla y ponerla a su servicio (dentro de unos límites), liberándose del determinismo que suponen sus leyes para los demás seres y abriendo así un primer espacio de libertad. Todo esto es posible debido a que el ser humano es racional.

Segundo ámbito de libertad: los humanos, utilizando la razón, pueden organizar la sociedad de la forma que les parezca más adecuada para garantizar la convivencia de «todos» y proteger su libertad individual. La razón permite al ser humano juzgar sobre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo inconveniente; le permite orientarse en la vida personalmente, llegar a ser dueño de su destino, haciendo progresar de manera irreversible en el mundo (según Immanuel Kant).

Concepción Cristiana del Ser Humano

La concepción cristiana posee como convicción básica que el ser humano ha sido creado por Dios, dotado de razón, de voluntad libre y de posibilidades de creer (fe), que se complementan. El ser humano es un sujeto, un «alguien» (persona) y no «algo» (cosa), que puede vivir dignamente. Como afirmó San Agustín: «Creer para entender y entender para creer».

La Creación Divina del Ser Humano

En el Génesis se afirma que Dios dijo «hágase», lo cual se ha interpretado como un «hacer» a partir de la nada. Sin embargo, la aparición de teorías evolucionistas ha llevado a muchos cristianos a interpretarlo como un «hacer» a partir de algo ya existente.

En cualquier caso, la creación divina supone que el ser humano:

  • A) Posee una existencia limitada que depende de Dios.
  • B) Creado a imagen de Dios, el ser humano posee un alma espiritual, incorruptible, no inmortal en el sentido platónico. En esta naturaleza espiritual se encuentra el verdadero valor del ser humano, y no en su posición social u origen étnico.
  • C) El ser humano es único e irremplazable. Es cuerpo y alma. El cuerpo (materia, mente) y el alma (espíritu) son los elementos esenciales de la persona humana: el ser humano es un ser consciente y racional con pensamiento, afectividad y consiguiente conducta.
  • D) Su destino es la resurrección del hombre entero (antropología unitaria, no dualista como en Platón).
  • E) De ahí que su felicidad verdadera y la finalidad última de su existencia solo se alcance después de la muerte, cuando se pase a vivir en un «cielo nuevo y tierra nueva, donde no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor» (Apocalipsis). Esta felicidad eterna se alcanza por medio de la obediencia a los preceptos de la fe.

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