Dinámica demográfica de España: Evolución, políticas y migraciones
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Mortalidad en España
La mortalidad, definida como el número de defunciones en una población durante un año, ha experimentado una reducción generalizada en España, aunque no homogénea. Se observan diferencias espaciales significativas. Las comunidades autónomas con tasas de mortalidad más altas son aquellas con una estructura de edad más envejecida, como consecuencia del éxodo rural (Galicia, Castilla y León y Aragón) o de los retornos demográficos motivados por la crisis económica de 1975 (Principado de Asturias y Cantabria). Además, estas regiones se han visto menos afectadas por la inmigración extranjera debido a su menor dinamismo económico. Los valores más bajos de mortalidad se registran en Canarias, Melilla, Comunidad de Madrid, Ceuta y Murcia, áreas con una población más joven debido a su sobrenatalidad y a la inmigración.
Políticas Demográficas en España
Las políticas demográficas son las estrategias que desarrollan los Estados y otras instituciones públicas (comunidades autónomas, municipios, etc.) para regular el volumen de población y su estructura demográfica. En España, en las últimas décadas, estas políticas buscan potenciar un aumento de los nacimientos para compensar las bajas tasas de natalidad y el envejecimiento de la población. La mayoría de estas políticas consisten en ayudas o subvenciones a las familias con hijos, como desgravaciones fiscales, ayudas por nacimiento o adopción, etc. También se han ampliado los permisos por maternidad y paternidad, se intenta facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar, se construyen guarderías, y se ha reducido el concepto de familia numerosa de cuatro a tres hijos. Sin embargo, España aún está lejos de alcanzar la cobertura social que ofrecen otros países europeos a las familias. España es uno de los países de la UE que destina un menor porcentaje de su PIB a la familia: el 1,4% frente al 2,2% de la media comunitaria.
Emigración Transoceánica desde España
La emigración hacia América, iniciada en el siglo XVI, tuvo dos etapas de auge: desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, y entre 1945 y 1960. Los países latinoamericanos implementaron políticas de atracción de inmigrantes para poblar sus territorios y explotar sus recursos económicos. La mayoría de los emigrantes españoles provenían de regiones atlánticas: asturianos, gallegos, cántabros, vascos, canarios y andaluces. Sus destinos principales eran Argentina, Cuba, Brasil, México, Uruguay y Venezuela. Muchos emigrantes eran agricultores que, ante la miseria en sus lugares de origen, buscaban mejor fortuna en las plantaciones de caña de azúcar de Cuba, de café en Brasil, en las actividades agropecuarias de la pampa argentina o en las explotaciones petrolíferas de Venezuela. En la práctica, la emigración supuso la salida de familias enteras, convirtiéndose en una corriente migratoria permanente. También existió una corriente migratoria de carácter político, provocada por la Guerra Civil, hacia Argentina, México, etc.
Consecuencias de las Migraciones Exteriores
- Consecuencias demográficas: Disminución de la población, con una participación desigual en estas corrientes migratorias entre las diferentes regiones españolas. Estos movimientos absorbieron el fuerte crecimiento natural.
- Consecuencias económicas: Generalmente positivas, ya que las divisas enviadas por los emigrantes contribuyeron a financiar el desarrollo económico español y a reducir el déficit comercial. Además, aliviaron el paro.
- Consecuencias sociales: Generalmente negativas, debido al desarraigo al incorporarse a sociedades con lenguas y costumbres diferentes, y a las penosas condiciones de vida y de trabajo.