Dinámica Económica Argentina: Devaluaciones, Distribución y Conflictividad Social
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Las devaluaciones eran continuadas por políticas que intentaban frenar el tipo de cambio como forma indirecta de incidir en el movimiento de precios internos. Estas políticas terminaban generando nuevas expectativas de devaluación. Las corridas cambiarias eran seguidas por fuga de capitales, caída de las reservas y nuevas devaluaciones. Éstas tenían efectos redistributivos, incrementando los precios de los bienes exportados agropecuarios y también los costos industriales. Esto se trasladaba a los precios de los productos finales. Los asalariados comenzaban a solicitar aumentos y luego el estado procedía a aumentar la tarifa de los servicios públicos para equilibrar el déficit fiscal, lo que retroalimentaba la inflación.
La economía se estructura en torno a un mercado interno con poder adquisitivo, pero pequeño, con una fuerte dependencia tecnológica, restringiendo la capacidad de maniobra de los actores. El sistema financiero contó con una fuerte presencia reguladora del Estado a través de diversos mecanismos, uno de ellos la existencia de una tasa de interés negativa para los tomadores de crédito, es decir, un subsidio indirecto a las empresas cuyas deudas se reducían en términos reales por el paso del tiempo. Los ahorristas se perjudicaban y esto incidió en la baja propensión a canalizar fondos al circuito crediticio oficial.
La Distribución de la Riqueza
Durante el desarrollismo se produce una brusca caída de la participación de los asalariados en la riqueza. Luego el peronismo dio un nuevo impulso a este proceso, pero no creó las condiciones para que fuera sustentable. En 1975 la participación de los asalariados se redujo nuevamente. Luego de 1955, el salario real no decreció significativamente, salvo en 1959 (políticas desarrollistas) y 1975 (crisis peronista).
Las luchas sociales impactan en la economía, afectando el ingreso de los empresarios que incorporan los aumentos salariales a los precios finales. En el sector público, las remuneraciones afectan considerablemente el nivel de gasto público y los resultados de la tesorería.
A pesar de los altibajos económicos, las tasas de desempleo fueron relativamente bajas. Las políticas económicas con objetivos estabilizadores realizaron intentos para lograr caídas salariales de importancia. Se apeló a debilitar la acción sindical, el congelamiento salarial, represión o un pacto social que congelara las remuneraciones hasta su revisión futura. La conflictividad social se expresó a través de huelgas, tomas de fábrica y levantamientos populares.