Dinámicas Conflictivas en el Aula: Prevención y Resolución en la Relación Docente-Estudiante
Clasificado en Psicología y Sociología
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Dinámicas Conflictivas en la Relación Alumnos-Docente
Nos podemos encontrar ante alguna de las siguientes situaciones:
Cuando la versión que el profesor da a su rol no concuerda con las previsiones y expectativas que sobre él tenían sus alumnos. Así, puede ocurrir que el docente no sabe situarse de entrada en la misma sintonía que el grupo, por ejemplo, en lo referente al equilibrio entre autonomía y dirigismo con la que el grupo está acostumbrado a actuar.
Cuando el docente no ejerce su función tutorial de forma que la tutoría se percibe como un rol no deseado, por los motivos que sean.
Cuando al docente le faltan cualidades para el adecuado desempeño del rol.
Cuando el docente deposita en el desempeño de su rol una expectativa que luego resulta inviable en la realidad, por los habituales condicionamientos de la estructura formal institucional en la que su actuación ha de desenvolverse. En estas ocasiones, suele ocurrir que el propio docente, frustrado, predispone al grupo hacia una actitud de enfrentamiento con la institución.
Con mucha frecuencia suelen generarse conflictos porque el docente no es capaz de lograr la difícil coherencia y compenetración entre los dos roles, en ocasiones dispares, de tutor y profesor que debe desempeñar con un mismo grupo de discentes.
Cómo Actuar Ante un Conflicto en el Aula
Otra cuestión que también debe sugerir reflexión a un docente es la siguiente: ¿Cómo se debe actuar ante un conflicto surgido en el seno del aula? Pues bien, ante un conflicto lo primero que hay que hacer es aceptar su existencia y, a continuación, intentar resolverlo mediante la comprensión de sus elementos y la búsqueda de una solución que supere la tensión. Algunos comportamientos propuestos por Brunet y Negro (1988, p. 37) como indicadores que pueden ayudarnos a detectar la presencia de un conflicto más o menos manifiesto, como los que acabamos de describir, son:
Atacar las ideas antes de que hayan sido expresadas.
Argumentar las propias ideas de forma agresiva.
Clima de impaciencia.
Presencia de individuos que desconfían de la capacidad del grupo y lo denigran.
Acusaciones recíprocas entre los miembros del grupo-clase.
Polarización del grupo en bandos irreconciliables.
Incapacidad grupal para la toma de decisiones.
Proceso de Resolución de Conflictos
Pues bien, una vez detectada la existencia de un conflicto, el siguiente paso es afrontarlo con el fin de superar esa situación de tensión. Afrontar un conflicto no es tarea fácil y no siempre se posee la capacidad, serenidad de ánimo y competencia necesarias para ello. La forma en que abordamos nuestros propios conflictos se proyecta, consciente o inconscientemente, en el modo de resolver los problemas en nuestro centro educativo. Siguiendo a J.V. Peña (1991, pp. 52-57), podemos afirmar que la solución de un conflicto implica acometer cuatro procesos sucesivos:
Clarificación del problema y sus elementos constituyentes.
Esta clarificación exige la implicación de los actores más comprometidos en el conflicto. Para ello, es fundamental motivar a los afectados.
Esta motivación debe conducir a la aceptación personal y recíproca.
Si los procesos anteriores se realizan correctamente, el resultado final será una adecuada estructuración del grupo.