Disfunción Cerebral Mínima: Características, Detección y Abordaje
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Se dan retrasos madurativos y labilidad emocional. Baja tolerancia a la frustración.
Etiología
Hay una falta de consenso para establecer una relación de la Disfunción Cerebral Mínima con la evidencia cierta de daño cerebral. Pero conforme se van haciendo más precisas las exploraciones neurológicas clínicas, van demostrándose evidencias definidas de anormalidad neurológica en casi todos los pacientes diagnosticados.
Los antecedentes indican una alteración de origen traumático o inflamatorio antes, durante o poco después del nacimiento. Estas alteraciones pueden deberse a:
- Un mal desarrollo. Desviación estructural de la norma.
- Daño real a estructuras del sistema nervioso central (traumas, infecciones...).
- Mal funcionamiento sin modificación estructural conocida. Interferencias en momentos críticos del desarrollo de cada función.
Diagnóstico
Se diagnostica por el cuadro total; es una reacción global del individuo a dichas perturbaciones (cuadro somático individual). El procedimiento diagnóstico debe incluir:
- Anamnesis. Orientada a descubrir un retraso madurativo, trastornos de conducta y aprendizaje que sugieran una DCM y cualquier episodio de probable significación etiológica durante el embarazo, parto y primeras etapas del desarrollo.
- Exploración neurológica y electroencefalográfica. Evaluación de las funciones sensorial, motora, integrativa y cognitiva en relación con la edad del paciente.
Los trazados obtenidos en el EEG mientras realiza una tarea, pueden demostrar que una desorganización determinada del aprendizaje se vincula con anormalidades electroencefalográficas transitorias. - Exploración psicológica y evaluación de la capacidad para la lectura. WISC (más valor diagnóstico en los puntajes parciales). Test guestáltico visomotor de Bender, test del dibujo de la figura humana. Técnica proyectiva: TAT.
En los niños muy pequeños, el diagnóstico respecto a la organicidad es difícil y poco provechoso por su escasa diferenciación psíquica; a partir de los seis años, es cuando los tests empiezan a ser más sensibles a este tipo de trastornos.
Tratamiento y pronóstico
La Disfunción Cerebral Mínima requiere un planteamiento individual, una identificación de los déficits específicos en cada niño, no conforma un grupo homogéneo. Su tratamiento debe abarcar distintas áreas:
- Pedagogía curativa y adiestramiento específico que apunte a una reorganización funcional (Luria). Ejercicios de coordinación motora. Conviene atender más a los procesos que intervienen en el aprendizaje que al contenido de lo que pretende enseñarse.
- Manejo y estructuración del medio. Tiene más privación sensorial cuando está sobreestimulado que cuando la estimulación es escasa.
- Medicación. Uso razonable con el fin de reducir la hiperactividad e irritabilidad, incrementando el tiempo de atención sostenida; eso sí, elegida y dosificada cuidadosamente por las respuestas idiosincrásicas a las drogas que se observan en los niños con DCM.
- Hay estimulantes que ejercen un efecto paradójicamente sedante en muchos niños hiperactivos.
- Psicoterapia y asesoramiento. Contribuir a la maduración del niño en el que se dan reacciones compensatorias ante la pérdida de su autoestima (actitudes grotescas, negativismo, agresividad...).
La rehabilitación es larga, pero en condiciones óptimas, el desarrollo y la maduración llegan a mejorar en forma significativa alcanzando su normalización. Con un diagnóstico precoz (anterior a los seis años), el pronóstico es muy favorable.
Es conveniente incluir a la familia en el tratamiento, dándoles una clara visión del problema, con el fin de que cooperen en el proceso reeducativo. La adolescencia tiende a agudizar su problemática, es una etapa crítica que requiere especiales atenciones.