Disidencia Religiosa y Movimientos Heterodoxos Medievales: Pobreza Voluntaria y Valdenses
Clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 2,63 KB
Disidencia Religiosa y Movimientos Heterodoxos Medievales: Rasgos Comunes y Aspiraciones
Las expresiones opuestas al sentir de la Iglesia en la Edad Media compartieron dos rasgos fundamentales:
Características Comunes de las Expresiones Opuestas a la Iglesia
- Débil componente teológico: Salvo los debates de mediados del siglo XI en torno a la transustanciación eucarística y la insistencia de los cátaros en el dualismo maniqueo, el resto de las disidencias tuvieron su base en cuestiones morales.
- Sentido antijerárquico: La disidencia no se manifestaba tanto frente al conjunto de la sociedad como frente a la Iglesia, a la que los disidentes veían como una institución que había perdido su carisma espiritual a manos de un uniformismo legal.
Los Movimientos de Pobreza Voluntaria y la Renovación Espiritual
La recuperación de la pobreza fue una aspiración general de los movimientos de renovación espiritual. Entre sus primeras manifestaciones, la revuelta de la Pataria de Milán planteó dos cuestiones que iban a preocupar a los laicos en los doscientos años siguientes:
- La riqueza de una institución, la Iglesia, que se suponía espiritual.
- El papel de los laicos en una estructura donde la superioridad de lo sacro sobre lo profano parecía confinarlos en una subordinación total a la clerecía.
Desde los años 1130, los contestatarios alzaron su voz con más energía. Así lo hicieron Pedro de Bruys o Enrique de Lausana, para quienes la jerarquía era la gran corruptora de la vida de la Iglesia. Para evitar su influencia, el cristiano debía vivir al margen de aquella, ya que, para salvarse, bastaba una fe espiritual y permanente, un bautismo recibido con discernimiento en la edad adulta y un ejercicio de la caridad.
Los Valdenses: Pobreza, Predicación Laica y Persecución
Seguidores de Pedro Valdo, un rico comerciante de Lyon, los Valdenses constituyeron una nueva expresión de la doble preocupación de los movimientos de pobreza: el sentido de la riqueza entre los cristianos y el papel de los laicos en la predicación. A partir de su condena por el Concilio III de Letrán de 1179, el movimiento valdense se difuminó y parte de sus miembros se inclinó por formulaciones más puramente teológicas. Ello motivó que esos valdenses fueran condenados en 1184 junto a arnaldistas y cátaros. Otra parte acabó siendo aceptada por la jerarquía eclesiástica. Mientras, en Lombardía, los Humiliati, reclutados entre los gremios de tejedores, compartían con los valdenses gran parte de sus planteamientos.