Don Juan Tenorio de Zorrilla: Argumento Completo, Amor y Redención
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Argumento de Don Juan Tenorio
Primera Parte: La Apuesta y la Seducción
La obra se inicia en una animada tasca de Sevilla, justo cuando la apuesta realizada un año atrás entre don Juan Tenorio y don Luis Mejía está a punto de cumplirse. Dicha apuesta consistía en ver quién de los dos lograba realizar más fechorías y seducir a más mujeres en el plazo de un año.
Tras un recuento público de sus hazañas, donde ambos demuestran haber superado con creces los límites de la moralidad, deciden embarcarse en una nueva y aún más osada apuesta: don Juan debe conseguir, en solo seis días, seducir a una novicia y a una dama que esté a punto de casarse. Para añadir dificultad, don Luis exige que la prometida sea doña Ana de Pantoja, su propia futura esposa.
Don Juan acepta el desafío, fijando su objetivo en doña Ana de Pantoja y en doña Inés de Ulloa, una joven novicia recluida en un convento e hija del Comendador don Gonzalo de Ulloa.
El Amor Nace en el Convento
La trama se enfoca entonces en la relación entre don Juan y la pura doña Inés. Tras recibir una apasionada carta de amor escrita por don Juan, la joven siente cómo su corazón se debate entre su devoción religiosa y los nuevos y turbulentos sentimientos que el galán ha despertado en ella.
Esa misma noche, burlando la vigilancia del convento, don Juan irrumpe audazmente en la celda de doña Inés y la rapta, llevándosela consigo.
Don Juan, el arquetipo del seductor empedernido que jamás se había atado sentimentalmente a ninguna mujer, experimenta por primera vez un amor sincero y profundo hacia doña Inés. La inocencia, bondad y pureza de la joven comienzan a obrar un cambio inesperado en él, transformándolo.
Confrontación y Tragedia
Sin embargo, el principal obstáculo para la felicidad de la pareja es don Gonzalo, el Comendador. Éste se niega en rotundo a consentir la unión de su hija con un hombre de la calaña y reputación de don Juan.
A pesar de las fervientes súplicas de don Juan, quien asegura amar verdaderamente a Inés y estar dispuesto a enmendar su vida pasada, don Gonzalo se mantiene inflexible en su decisión.
La creciente tensión culmina en un violento enfrentamiento armado. Don Juan, en defensa propia y de su amor, da muerte a don Gonzalo. Poco después, se bate en duelo con don Luis Mejía, quien buscaba vengar el honor ultrajado de doña Ana, y también lo mata.
Ante la gravedad de estos crímenes, don Juan se ve forzado a huir precipitadamente de Sevilla, dejando atrás a su amada doña Inés.
Segunda Parte: Regreso, Muerte y Redención
La segunda parte de la obra se sitúa cinco años después de la huida de don Juan. El protagonista decide regresar a Sevilla y visita el panteón de su familia.
Allí, con gran pesar, descubre las estatuas funerarias de don Gonzalo y de su amada doña Inés. Comprende entonces que la joven murió de pena y dolor durante su larga ausencia.
Intervención Sobrenatural
En un giro sobrenatural, las estatuas del panteón cobran vida. El espíritu de doña Inés se le aparece y le revela una terrible verdad: a don Juan solo le resta un día de vida, un último plazo para arrepentirse de sus innumerables pecados.
Don Juan, escéptico y desafiante ante lo ultraterreno, se niega a creer la advertencia. En un acto de bravuconería, invita a cenar a la estatua de don Gonzalo.
Durante la macabra cena, la estatua del Comendador se presenta y reitera a don Juan que esa es su última noche en el mundo terrenal, instándole una vez más a buscar el perdón por sus faltas.
Aferrado a su incredulidad y a su negación de la vida después de la muerte, don Juan rechaza el consejo divino. Momentos después, se ve rodeado por los espectros de todas las personas a las que ha dañado o matado a lo largo de su vida, y asiste, horrorizado, a la visión de su propio funeral.
El Arrepentimiento Final
Don Juan solo cede y se arrepiente sinceramente en el último instante de su existencia, justo cuando el reloj de arena simbólico que marca el tiempo de su vida está a punto de agotarse.
En ese preciso momento, cuando las fuerzas infernales acuden para llevárselo, el espíritu de doña Inés intercede por él ante Dios. Gracias al poder redentor de su amor puro y al arrepentimiento in extremis de don Juan, su alma es salvada de la condena eterna.