La dualidad entre esencia y apariencia en la Metafísica occidental

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ESENCIA Y APARIENCIA

La Metafísica occidental ha distinguido desde su comienzo con Parménides entre un mundo esencial y verdadero y un mundo apariencial que descubría el primero. Pero esta dualidad referida a la constitución de la fisis estaba ya en los fisiólogos jónicos, aunque sin llegar a esta claridad y precisión.

La escisión física y ontológica de los jonios se convierte en lógica y epistemológica en Parménides, sin abandonar por ello sus aspectos ontológicos. Ya el arjé de los jónicos se mostraba como un principio más en el sentido de fundamento que de origen, al igual que los números pitagóricos.

En estos primeros pasos de la Metafísica occidental, los pensadores griegos buscan más allá de las apariencias, un mundo esencial que sirva de fundamento a aquéllas. Algo inmóvil que explique el movimiento, algo sin origen que origine las cosas; algo permanente que sustente lo caduco y efímero. Este algo fue llamado arjé, apeiron, fisis, logos, por último Ser (estin).

Heidegger relaciona la apariencia con la fisis, ya que las raíces lingüísticas de fenómeno están emparentadas con las raíces de fisis. La esencia, el ser, tiene en griego tres significados principales: vivir, brotar y permanecer. Lo que es, lo vivo, lo que brota, lo que permanece, habita, se detiene. Esta esencia, sin embargo, no se muestra, le gusta ocultarse y en su lugar surge la apariencia.

Hay, pues, una relación básica entre la esencia y la apariencia ya desde el origen. La apariencia manifiesta a la esencia pero a la vez la oculta. Ya en Grecia, aparece un imperativo de gran alcance ontológico: «Llega a ser el que eres», es decir, haz que tu apariencia se reconcilie con tu esencia y la muestra tal cual es. Desde el origen al ser, a la esencia, le pertenece necesariamente el aparecer, y a éste revelar–ocultar al primero. Lo que es la fisis consiste en su aparecer múltiple y esta multiplicidad de las apariencias oculta la unidad de la esencia.

Heidegger analiza estas dos caras fundamentales de la esencia y la apariencia no sólo en la filosofía presocrática sino también en la tragedia. Para Heidegger el primer esfuerzo que realizó el pensamiento metafísico occidental en sus orígenes fue el intentar distinguir entre

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