Dualidad Humana: Naturaleza y Gracia en el Cristianismo según San Agustín y Santo Tomás
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San Agustín: Alma, Cuerpo y la Trinidad
El cristianismo introduce una diferencia radical entre dos órdenes reales: el reino de la Naturaleza y el reino de la Gracia. Considera que el hombre es un "compuesto" de dos principios radicalmente separados: cuerpo (natural) y alma (espiritual). El alma depende de la Gracia divina para persistir, es decir, para salvarse, aunque el cuerpo también es importante y resucitará. Dios crea cada alma humana y la deposita en su cuerpo, nacido de nuestros padres, heredando así el pecado original. El alma es inmortal, pero no eterna.
La estructura de la realidad se plasma también en el hombre como un "microcosmos" que recapitula el universo: el hombre se compone de espíritu sobrenatural (ligado al alma racional) y de cuerpo. Las tres dimensiones o aspectos del alma del hombre son un reflejo de la Trinidad:
- Es como el Padre Creador (Ser: permanece eternamente).
- Implica Conocimiento (Nous) de sí mismo, como el Verbo iluminador (Logos, Cristo).
- Se manifiesta también como amor (voluntad) que surge de la relación del Ser con la Inteligencia, como el Espíritu Santo que da la Gracia y la Felicidad.
El alma humana realiza tres operaciones de manera sucesiva:
- Permanece en el tiempo (memoria).
- Entiende lo que recuerda (entendimiento).
- Quiere lo que entiende (voluntad).
El alma podrá dudar de los objetos o cosas que recuerda, entiende o quiere, pero no duda de que actúa como un sujeto al efectuar esas operaciones. La suprema forma de unidad es la de querer ser Uno, es decir, volver a Dios por la sabiduría de lo recordado (iluminado). Además, San Agustín piensa que el hombre es libre y responsable de sus actos.
Santo Tomás: La Unión Sustancial de Alma y Cuerpo
La concepción del ser humano en Santo Tomás está basada en la concepción aristotélica, pero cristianizada. El ser humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma y el cuerpo la materia. Existe una única forma sustancial, el alma racional, aunque el alma humana tendría también otras "funcionalidades" inferiores: vegetativas y sensitivas. La relación del alma y el cuerpo es una relación natural, no una situación forzada y antinatural.
El alma racional, la intelección (conocimiento racional), es una facultad que le pertenece al alma incluso en su estado de separación del cuerpo y que tiene como objeto de conocimiento no los cuerpos, sino el ser esencial. Santo Tomás afirmará la inmortalidad de un alma (entendimiento agente) individual, no colectiva. En sus funciones racionales, Santo Tomás distingue como facultades propias del alma el entendimiento (agente y paciente: razón contemplativa, teórica) y la voluntad (razón práctica), con la que trata de explicar el deseo intelectual, quedando el deseo sensitivo explicado por las funciones sensitivas del alma.
Quizá sea esta la novedad más significativa de Santo Tomás con respecto a Aristóteles: por su misma naturaleza (ley natural), la voluntad (razón práctica) está orientada al bien en general, es decir, la felicidad, la beatitud (volver a Dios), aunque precisa de la Gracia de Dios para realizarse. La razón precisa de la fe (voluntad de creer) para alcanzar toda la verdad: Credo ut intellegam ("Creo para entender"). El hombre no está determinado, dispone del libre albedrío para elegir su conducta.