El Dualismo Cartesiano: Mente, Cuerpo y la Voluntad Libre
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El Dualismo Antropológico: Mecanicismo y Libertad
Dualismo e Interacción Alma-Cuerpo
La teoría de las dos sustancias adquiere una importancia de primer orden en la antropología de Descartes, pues le permitirá salvar la libertad dentro de su universo mecanicista. En efecto, Descartes elabora una teoría antropológica dualista, esto es, una concepción del ser humano como un compuesto de las dos sustancias: el pensamiento y la materia extensa, como sustancias independientes e irreductibles entre sí.
El problema que tendrá que afrontar Descartes, como consecuencia de su afirmación dualista, es la relación entre ambas sustancias. Este es el mismo problema que en su momento tuvo que afrontar Platón. Para Descartes el problema es aún más agudo por dos razones. Primero, porque la separación que establece es más radical al concebirlas como dos sustancias diferentes e irreductibles entre sí, pues poseen atributos distintos: el pensamiento y la extensión. En segundo lugar, porque es plenamente consciente de la estrechísima relación entre ambas. Rectificando a Platón, nos dice que el alma y el cuerpo están más unidos que el piloto y el barco; están tan unidos, y como mezclados, que es como si formaran una misma cosa.
Nuestro autor recurre a una explicación de tipo fisiológico: nos explica que en el centro, en la parte más baja, del cerebro se encuentra una glándula, denominada pineal, que es donde residiría el alma o, al menos, sería el punto de contacto donde tendría lugar la interacción cuerpo-alma.
Las Pasiones del Alma
Descartes nos dice que la relación entre alma y cuerpo se asemeja a un combate entre los apetitos naturales o pasiones, que son lo propio del cuerpo, y la razón y la voluntad que son facultades propias del alma. Tres preguntas tendrá que responder para explicar este conflicto: ¿qué son y cuál es la causa de las pasiones? ¿Cómo influyen en el alma? Y, ¿cómo responde el alma frente a las pasiones?
Las pasiones son percepciones, sentimientos o emociones que se dan en nosotros y que afectan al alma, pero cuyo origen no se encuentra en ella. El origen de las pasiones es el cuerpo y son causadas por las fuerzas vitales o las tendencias del cuerpo. Al ser generadas por el cuerpo las pasiones se caracterizan por ser:
- Involuntarias, pues no dependen del alma racional, sino que se le imponen a ella.
- Irracionales, pues no son acordes con los dictados de la razón, obligando a la voluntad a establecer una lucha para someterlas a su control.
La fuerza del alma consistirá, precisamente, en tratar de controlar y dirigir las pasiones. Para Descartes las pasiones no son siempre malas, pero su exigencia de ser satisfechas de forma inmediata, sin más consideración, y su fuerza, obligan a la voluntad a una lucha para encauzarlas racionalmente.
La Libertad
Para Descartes la libertad solo puede residir en el alma, porque al no ser sustancia extensa no está sometida al dictado de las leyes necesarias de la mecánica. El alma tiene dos funciones: el entendimiento y la voluntad. En tanto que entendimiento, es la facultad de pensar, de tener intuiciones de las verdades claras y distintas. La voluntad, por su parte, es la facultad de afirmar o negar, y Descartes la identifica con la libertad. Descartes sostiene que la existencia de la libertad es algo evidente, y es además la máxima perfección del hombre.
La libertad es, pues, la característica esencial de la voluntad y es ella la que nos puede llevar a la verdad o al error, al bien o al mal, según como la utilicemos.
¿En qué Consiste la Libertad?
La libertad es básicamente la capacidad de elegir entre diversas opciones que se nos presentan y consiste en el sometimiento de la voluntad al entendimiento, y este sometimiento es la idea central de la ética cartesiana.