Dualismo Platónico: Alma, Cuerpo y el Recuerdo del Conocimiento

Clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 7,06 KB

El Dualismo Antropológico en Platón

El dualismo antropológico es, en la filosofía platónica, una teoría que afirma que el ser humano está formado por dos partes: alma (psyché) y cuerpo (soma). Estas dos realidades, aunque independientes, coexisten durante la vida terrenal. Su naturaleza y destino son distintos.

Durante la vida, todo cuerpo está animado por un alma. Cuando el cuerpo muere y desaparece, el alma inmortal no perece, sino que transmigra, buscando otro cuerpo para habitar. El destino del alma tras la muerte depende de la vida llevada: puede ascender hacia un estado superior o descender a reencarnaciones inferiores.

El Cuerpo: La Cárcel del Alma

El cuerpo representa la dimensión material y sensible, asociada a la oscuridad y el engaño del Mito de la Caverna platónico. Es la fuente de las percepciones erróneas y los apetitos. Entre sus características destacan:

  • Mortal y corruptible
  • Material y sensible
  • Considerado la cárcel del alma, un obstáculo para el conocimiento verdadero

El cuerpo, con sus pasiones y necesidades, arrastra al alma hacia lo sensible, mientras que la naturaleza del alma la impulsa hacia lo inteligible y eterno. En el Mito de la Caverna, las cadenas y la oscuridad simbolizan la prisión del cuerpo y los sentidos, que nos atan al mundo sensible e impiden el acceso a la verdad. El mundo exterior, la luz y el Sol representan el Mundo de las Ideas y el Bien, accesibles solo a través del alma racional.

El Alma: La Esencia Inmortal

En contraposición, el alma es la parte noble e inteligible, asociada a la luz y al conocimiento verdadero fuera de la caverna. Sus características principales son:

  • Eterna e inmortal
  • Inmaterial y divina
  • Principio de conocimiento y vida (un cuerpo sin alma es meramente vegetativo)
  • Prioritaria sobre el cuerpo

La Estructura Tripartita del Alma: El Mito del Auriga

Platón utiliza el Mito del Auriga (o del Carro Alado, expuesto en el Fedro) para ilustrar tanto la naturaleza tripartita del alma como su lucha interna y su origen en el Mundo de las Ideas. En este mito, un auriga (la razón) conduce un carro tirado por dos caballos, uno blanco (noble) y uno negro (díscolo), representando las distintas partes del alma y su esfuerzo por mantenerse en el mundo inteligible, de donde procede.

Platón distingue tres partes o funciones en el alma:

Alma Racional (Logistikón)

Representada por el auriga, es la parte inmortal, divina e inteligente, cuya función es gobernar a las otras dos partes mediante la razón. Reside simbólicamente en la cabeza y su virtud es la prudencia (phrónesis) o sabiduría (sophía). Busca la contemplación de las Ideas y es la parte predominante en la clase de los filósofos gobernantes.

Alma Irascible (Thymós)

Representada por el caballo blanco, dócil y bueno, es la fuente de las pasiones nobles como el coraje, la ambición, la ira justa y el honor. Reside simbólicamente en el pecho y su virtud es la fortaleza o valentía (andreía). Es aliada natural de la razón si está bien dirigida. Predomina en la clase de los guardianes o guerreros.

Alma Apetitiva o Concupiscible (Epithymia)

Representada por el caballo negro, díscolo y difícil de guiar, es la fuente de los apetitos y deseos materiales (comida, bebida, sexo). Reside simbólicamente en el vientre y debe ser controlada por la razón con ayuda de la parte irascible. Su virtud es la templanza o moderación (sophrosyne). Es la parte predominante en la clase de los productores.

Según Platón, en cada individuo predomina una de estas tres partes del alma, determinando su carácter y su función social ideal dentro de la Polis justa.

La Transmigración del Alma y la Reencarnación

Platón explica el ciclo del alma en el mundo sensible mediante la teoría de la transmigración o metempsícosis (reencarnación). Las almas inmortales pasan de un cuerpo a otro tras la muerte, en un ciclo de reencarnaciones. El objetivo final es la purificación (kátharsis) para liberarse del ciclo y regresar definitivamente al Mundo de las Ideas, su origen y morada natural.

El tipo de vida llevado determina la siguiente reencarnación, existiendo una jerarquía. Platón sugiere una escala de vidas posibles en función del grado de verdad que el alma haya sido capaz de contemplar antes de caer y de cómo haya vivido su vida anterior.

Jerarquía de Reencarnaciones (según Fedro, de mayor a menor nobleza):
  1. Filósofo (amante de la sabiduría y la belleza)
  2. Rey justo / Gobernante respetuoso de la ley
  3. Político / Administrador / Hombre de negocios
  4. Atleta / Médico
  5. Adivino / Iniciado en los misterios
  6. Poeta / Artista imitativo
  7. Artesano / Agricultor
  8. Sofista / Demagogo
  9. Tirano

Platón menciona ciclos cósmicos (a menudo interpretados como de 10.000 años) para la purificación completa del alma, aunque el alma del filósofo, que vive justamente dedicado a la verdad durante tres vidas consecutivas, puede alcanzar la liberación mucho antes. El progreso a través de las distintas vidas es un camino largo y arduo, ligado a la justicia y el conocimiento.

La Teoría de la Reminiscencia (Anámnesis): Conocer es Recordar

Fundamentalmente ligada al dualismo y la inmortalidad del alma está la Teoría de la Reminiscencia o Anámnesis. Para Platón, el verdadero conocimiento no se adquiere del exterior a través de los sentidos, sino que es un recuerdo (anámnesis) de las Ideas que el alma contempló en el Mundo Inteligible antes de encarnarse.

La percepción sensible del mundo exterior solo nos proporciona opinión (doxa), un saber cambiante, imperfecto y poco fiable. El auténtico conocimiento (episteme), que versa sobre las Ideas eternas e inmutables, reside en el interior, en el alma.

El alma ya posee este conocimiento de las Ideas puras de forma innata. Al encarnarse en un cuerpo y someterse a las limitaciones sensibles, el alma olvida este conocimiento, quedando las Ideas como recuerdos borrosos o latentes.

El proceso de aprendizaje, por tanto, no es recibir información nueva desde cero, sino ayudar al alma a recordar lo que ya sabe. El método filosófico por excelencia para ello es la dialéctica, un proceso dialogado de preguntas y respuestas (inspirado en la mayéutica socrática) que guía al interlocutor a 'dar a luz' las verdades que ya porta en su interior, puliendo y aclarando las Ideas olvidadas. El conocimiento, en última instancia, es un autoconocimiento guiado.

Entradas relacionadas: