La Duda Metódica y el Cogito Cartesiano: Fundamentos de la Filosofía de Descartes

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La Duda Metódica

Las reglas metodológicas conllevan la práctica de un instrumento con el que podemos llegar a la verdad indudable: las ideas.

Esto no quiere decir que Descartes negara todo lo que había considerado como verdadero, sino que quiere hacer ver que todos los conocimientos que tenemos por ciertos podrían ser en realidad un error o una ilusión.

1. Hay que dudar de los datos de los sentidos

2. Es posible que confundamos la vigilia con el sueño

3. También es posible que Dios nos engañe aún siendo infinito/bueno, en la creación podría haber concebido al hombre de tal forma que el conocimiento humano estuviera en un constante error

4. Es posible que Dios no quiera engañarnos, pero podemos suponer que hay un genio maligno que se dedica a confundirnos constantemente

La Duda Cartesiana de Cogito: El Criterio de la Certeza

La duda cartesiana se extiende a todo lo que no sea el propio pensamiento y la propia existencia que se deduce de la propia duda, ya que el hecho de pensar confirma la existencia de un individuo, "cogito ergo sum" (pienso, luego existo).

Es una duda metódica que lleva a una verdad indudable, la existencia del yo pensante que es la base de todo el sistema de Descartes.

El yo pienso es la primera evidencia, es indudable y se convierte en el modelo de certeza que buscaba Descartes.

El yo pensante es la única fuente de contenidos del conocimiento por lo que se identifica con el sujeto cognoscente.

Las Ideas

En las ideas es donde debe fundamentarse todo conocimiento de cualquier otra realidad. Para Descartes conocer es conocer ideas, no cosas.

Aunque las ideas tengan carácter representativo del mundo sensible, son modos de pensamiento y pertenecen a la razón.

Según su origen pueden ser:

  1. Adventicias: puestas en nosotros por la realidad externa, y por tanto confusas porque de esa realidad no sabemos nada cierto.
  2. Facticias: formadas por nosotros mismos con la imaginación, a partir de otras ideas.
  3. Innatas: que pertenecen al entendimiento por su propia naturaleza sin que hayan sido puestas por la experiencia de la realidad exterior ni por nuestra imaginación. Solo estas son evidentes, porque son claras y distintas como el yo pienso y por tanto garantía de certeza.

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