La Dura Realidad de la Clase Obrera y las Mujeres en la Revolución Industrial

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Las Duras Condiciones de Vida y Trabajo de la Clase Obrera en la Revolución Industrial

El siglo XIX, marcado por la Revolución Industrial, trajo consigo profundas transformaciones sociales y económicas. Sin embargo, para la mayoría de la población, especialmente la clase obrera, estas transformaciones se tradujeron en una realidad de extrema precariedad y explotación. Este documento detalla las condiciones de vida y laborales que enfrentaron millones de personas, con un enfoque particular en la situación de las mujeres.

Vivienda y Hacinamiento

Las familias de cinco o seis miembros, y a veces incluso dos familias, se hacinaban en una única habitación de tres a cuatro metros cuadrados. Estas viviendas eran a menudo húmedas, mal iluminadas y mal ventiladas. No era raro que se ubicaran en sótanos oscuros o incluso en graneros, obligando a sus ocupantes a convivir con animales de granja. Esta situación era un ejemplo muy extendido, ya que la mayoría de los habitantes de las ciudades, en este contexto, inglesas, pertenecían a esta clase social. Por ejemplo, Glasgow poseía un 78% de población obrera.

Condiciones Laborales en las Fábricas

En el interior de las fábricas, las condiciones de salubridad eran prácticamente inexistentes. Los vapores tóxicos, el aceite y las altas temperaturas provocaban enfermedades a las personas expuestas a estos elementos. En las hilanderías de algodón, por ejemplo, el aire era a menudo irrespirable. La seguridad era nula, y los accidentes laborales al manejar la maquinaria (como aplastamientos de miembros y desmembramientos) eran lamentablemente frecuentes.

Explotación y Falta de Derechos

Los trabajadores no contaban con ningún tipo de seguro laboral en caso de enfermedad o accidente. Las multas eran frecuentes por infracciones como llegar tarde, usar de forma indebida las lámparas de gas o socializar. Los despidos eran también habituales y arbitrarios, a menudo simplemente por pertenecer o tener relación con sindicatos. Este fenómeno fabril disminuyó drásticamente la esperanza de vida, que en algunos casos no sobrepasaba los 30 años de edad.

La Mujer en el Ámbito Laboral

Existía una marcada división sexual del trabajo. A las mujeres se les otorgaba un estatus inferior al hombre. No solo cobraban entre la mitad y un tercio menos en relación con el salario masculino (debido a la creencia de una menor productividad laboral), sino que también se pensaba que no tendrían la destreza suficiente para realizar trabajos más forzados. Se centraron en sectores como el textil, lavanderías e hilaturas, donde su sueldo diario rondaba los 4 chelines.

El Concepto de "Economía Familiar"

Existía un recelo masculino a que los salarios de las mujeres, aunque inferiores, pudieran rebajar los suyos. Así nació el concepto de "economía familiar", donde el hombre era considerado el principal sustentador y el sueldo femenino era visto solo como un complemento.

Salud y Seguridad de las Mujeres Trabajadoras

Las mujeres contraían enfermedades específicas relacionadas con sus trabajos. Un ejemplo era la "phossy jaw" (fosfonecrosis), que se manifestaba en las fábricas de cerillas, un sector altamente feminizado. También sufrían corrosión en las manos por manipular tintes. Además, eran víctimas de acoso y agresiones sexuales por parte de los supervisores.

Demografía y Otros Trabajos

En cuanto a la variable generacional, la mayoría de las mujeres trabajadoras eran jóvenes y solteras. Por ejemplo, en 1861, en Stockport, Inglaterra, el promedio de edad de las tejedoras era de 24 años.

Otro porcentaje significativo de mujeres trabajaba en el servicio doméstico, especialmente aquellas provenientes del campo. En Londres y Berlín, en la década de 1860, un tercio de todas las mujeres trabajadoras entre 15 y 24 años eran empleadas domésticas. Este trabajo era mejor visto como femenino y sí contribuía a la formación en labores domésticas. Se valoraba la importancia del trabajo parcial para compaginarlo con las labores domésticas (coser, lavar, planchar).

Moralidad y Percepción Social

El concepto de moralidad estaba fuertemente asociado al trabajo. Los pensadores preocupados por la vida familiar de las clases trabajadoras y por la moralidad defendían que el trabajo en minas y fábricas, al permitir que niñas y mujeres trabajasen al lado de hombres sin ninguna supervisión, fomentaba la promiscuidad. Las mujeres raramente ostentaron puestos de responsabilidad.

La Prostitución como Último Recurso

En algunos casos, ante la acuciante pobreza, la prostitución se convirtió en una salida desesperada. En Londres, las prostitutas llegaron a ser al menos cien mil a mitad de siglo.

Voces Críticas: Mary Wollstonecraft

Mary Wollstonecraft (1759-1797), en su obra póstuma María, or the Wrongs of Woman, detalló las grandes dificultades que tenían las mujeres para mantenerse a sí mismas. Existía un porcentaje de mujeres que trabajaban de forma independiente al no haber formado una familia.

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