La Educación del Filósofo: El Ascenso hacia las Ideas
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El Mundo Sensible y el Inteligible en la Filosofía de Platón
Lo que nace y el Ser: Platón utiliza frecuentemente la expresión “lo que nace” para referirse al mundo sensible o a las realidades sensibles. Platón defiende un dualismo ontológico, según el cual existen dos niveles o grados básicos de realidad:
- Las realidades sensibles, que se nos muestran a la vista.
- Las realidades inteligibles, solo accesibles a la inteligencia.
Frente a estas últimas, las realidades sensibles se caracterizan por estar sometidas al nacimiento y a la muerte. De ahí que Platón escoja la expresión “lo que nace” para referirse a ellas, en contraposición a las realidades inteligibles, que son ingénitas. Las realidades sensibles son además materiales, cambiantes e impermanentes, y copian a las realidades inteligibles, particularmente a las Ideas, las cuales constituyen su esencia y fundamento. Por eso, el saber que podemos obtener de las cosas sensibles siempre será oscuro y confuso, y Platón lo llama opinión, a diferencia del conocimiento (episteme), el cual solo puede versar acerca de lo inteligible.
El texto aborda cómo debe entenderse la educación, argumentando que esta debe lograr que el alma se aparte de “lo que nace” y se vuelva hacia “la contemplación del ser”. Con la expresión “el ser”, Platón se refiere a lo inteligible en general, es decir, a lo eterno e inmutable, pero particularmente a las Ideas y, en último término, a la Idea de Bien, que es, como dice el texto en 518d, “la parte más brillante” del ser. Las Ideas son las esencias de las cosas, los modelos perfectos, eternos, inmutables, invisibles e inmateriales que las cosas sensibles (“lo que nace”) copian de manera imperfecta. Su conocimiento es, según el texto, el objetivo que debe perseguir la educación del filósofo.
Platón usa la expresión “el ser” como contrapuesta a el devenir, que es algo intermedio entre el ser (lo estable y permanente) y el no ser (la nada). El devenir caracteriza también a las realidades sensibles, que están siempre dejando de ser lo que eran para empezar a ser una cosa que aún no son. El ser se contrapone también, en cierto sentido, a la apariencia, expresión que también utiliza a veces Platón para referirse a lo sensible.
Volverse Hacia la Luz
En este texto, la expresión “volverse hacia la luz” aparece en 518 c-d, y es una metáfora utilizada por Platón para representar la educación. Esta debe apartarnos de la generación y de lo perecedero (de “lo que nace”, como dice el texto en 518c), ya que de ello no podemos obtener conocimiento (Heráclito: en el mundo sensible todo fluye y todo está en permanente cambio). Para cuando creyéramos saber algo, para entonces ya habría cambiado, y por eso es un error estudiar la naturaleza como hacían los presocráticos. El texto refleja esto con la expresión “apartándose de lo que nace”.
La expresión “volverse hacia la luz” se refiere a lo inteligible, inmaterial, eterno, inmutable, esto es, a las Ideas, ya que es de aquí de donde podemos obtener conocimiento. De lo sensible tan solo puede haber simples opiniones, pues las cosas sensibles son solo sombras que copian y participan de las Ideas del mundo inteligible. Si “el órgano con el que cada cual aprende”, que es la inteligencia (facultad innata), en lugar de dirigirlo a lo sensible, lo dirigimos hacia “la luz”, o sea, hacia lo inteligible, alcanzaremos la verdad y el bien. Esto se refleja en 518 c-d cuando dice que “el ojo no es capaz de volverse hacia la luz dejando la tiniebla, sino en compañía del cuerpo entero”.