Educación Social: Prevención, Control y Trabajo Social Educativo

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Educación Social como Prevención y Control Social

Aunque la educación social no puede reducirse a una mera formación política del ciudadano, no puede olvidarse que todo proceso educativo lleva emparejada una cierta acción de control que podrá adoptar la forma de control social, psicológico, moral, cultural, etc.

La educación social entendida como prevención de la desviación social y como control de esa desviación, supondrá un conjunto de procedimientos utilizados por las sociedades con el fin de que todos sus miembros observen aquellas normas de conducta consensuadas y catalogadas como necesarias para conseguir el orden social.

La educación social será la influencia intencional ejercida sobre las personas, o sobre la realidad social, a fin de que los individuos o los grupos se comporten de distinta forma a como lo hubiesen hecho de no mediar esa acción educativa y de control.

La educación social encuentra su razón de ser en los factores justificativos de las desigualdades sociales y sirve “para ejercer un mayor control social” (Petrus, 1993).

En el Estado de bienestar está asumido que todo proceso educativo va emparejado a una cierta acción de control que podrá tomar la forma de un control social, moral o cultural.

Al control social debe acompañarle el cambio social, éste dotará de sentido crítico a toda la intervención socioeducativa.

Dado que el control es también una prevención de tendencias desviadas, desde este enfoque, la educación social ejercitaría la función de prevenir la desviación social.

La educación social sólo adquirirá su auténtico espacio cuando, a través del tratamiento y la prevención de causas sea capaz de mejorar la convivencia entre los ciudadanos.

Educación Social como Trabajo Social Educativo

Desde hace algunos años algunos profesionales de la educación social suelen definirse como trabajadores sociales, sin embargo no pueden obviar que su trabajo –entendido, programado y realizado desde la perspectiva educativa- tiene que superar las actividades meramente asistenciales.

Es precisamente ese compromiso educativo el que dará una nueva dimensión al trabajo social, convirtiéndolo en una actividad más comprometida con el cambio de la realidad social injusta y con una mayor incidencia sobre las causas que generan esas desigualdades.

La protección y promoción social, así como los servicios sociales y el trabajo social, pueden encontrar en las teorías, modelos y métodos pedagógicos una fundamentación y consistencia que sería injustificable rechazar por problemas gremiales y de dudosa entidad ética.

Es indudable que la acción social es hoy una actividad interdisciplinar. De ahí que el profesor Quintana (1984) conciba la educación social desde dos perspectivas en cierto modo complementarias:

  1. Como la correcta socialización del individuo.
  2. Como intervención a efectos de reducir o paliar las necesidades generadas por la convivencia.

Esta última tarea, la intervención sobre la convivencia, es una tarea global y por ello debe compartirla con otros profesionales del trabajo social, como son, por ejemplo, los asistentes sociales, psicólogos, sociólogos, médicos, etc.

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