Edward P. Thompson y el Marxismo Inglés: De la Crítica Literaria a la Historia Social
Clasificado en Español
Escrito el en español con un tamaño de 5,76 KB
Uno de los rasgos distintivos del marxismo inglés frente al resto de marxismos fue la búsqueda de una síntesis reconstructiva entre estructuras económicas y políticas y estructuras profundas de la existencia. La conciencia de clase no puede desvincularse de las tradiciones populares y de los recuerdos de una memoria colectiva que aporta transparencia interpretativa a las relaciones sociales y económicas más amplias. Desde los fabianos y la Sociedad Fabiana, fundada en 1884, hasta la obra del novelista utópico William Morris (19), el socialismo británico se enmarca en unos puntos de referencia que tratan de resituar lo cotidiano en lo social. La especificidad, pues, de este proyecto consistirá en romper con el modelo dualista que diferencia entre "una sociedad del trabajo" y "una sociedad de la vida diaria". La coexistencia de los dos ámbitos de existencia desplaza el análisis desde la fábrica a la casa familiar y desde aquí a las esferas del ocio y de la cultura popular.
F.R. Leavis: Cultura Popular y Crítica Literaria
Si bien es cierto que la reinterpretación historiográfica de la "historia abierta" tuvo su origen en las investigaciones de la Escuela de Chicago, su traslación al marxismo, sin embargo, es obra de Frank Raymond Leavis y de Edward P. Thompson. Como ya ha sido subrayado por un autor tan relevante como Mattelart, Leavis incorpora la cultura popular como punto de partida desde el que rehacer la creación innovadora de la "cultura profunda" (20). Su propia trayectoria es un ejemplo de reedificación de lo popular frente al elitismo cultural que desde los años treinta se consolidó en Europa. El grupo de Bloomsbury representa la visión despreciativa de lo cotidiano. El esteticismo de la alta sociedad inglesa de entreguerras oculta una reorganización defensiva de los grupos de poder, del mismo modo que en el continente, fascismo y nazismo supusieron su organización económicopolítica. Pero en el país en el que Marx había pasado gran parte de su vida, no podía concebirse un elitismo minusvalorador de la cultura colectiva. Ello se observa en el desarrollo de la propia obra de Leavis y del grupo creado alrededor de la revista Scrutiny (1932-1952). Desde su obra de recuperación de la literatura de D. H. Lawrence frente a quienes la denigran por fatuo intelectualismo o por indigna pornografía, Leavis introduce lo social en la crítica literaria. La Gran Tradición y La búsqueda común, redactadas en 1948 y 1952 respectivamente, suponen el retorno al análisis de la literatura como producción histórica que hunde sus raíces en la historia del pueblo. La recreación que Leavis hace de la obra de Dickens en su Dickens the Novelist no deja dudas sobre su perspectiva de reivindicación de la gran tradición de lo cotidiano en el arte.
Edward P. Thompson: Del Texto a la Experiencia Social
Si Leavis aglutinó alrededor de Scrutiny un grupo de discípulos de gran influencia en la reforma de la educación y docencia inglesas, no obstante, sería Edward P. Thompson quien imprimiría el giro de la "historia abierta" a la Historia Social. La investigación de Thompson se plantea como investigación alternativa no solo de la historia academicista oficial, sino a la vez de una historiografía marxista que iba quedando anquilosada, de manera que su conversión en ideología se percibía como el resultado más evidente de su monolitismo. Para Thompson, la experiencia humana resulta el punto de partida de una exploración que ampliara el paradigma marxiano y posibilitara la incorporación de tradiciones teóricas como marco en el que recoger las nuevas experiencias de la cultura popular, esto es, de la clase obrera. Como comenta Thompson:
"Me propongo rescatar al humilde tejedor de medias y calcetines, al jornalero ludita, al obrero de los más anticuados telares, al artesano utopista y hasta al frustrado seguidor de Joanna Southcott, rescatarlos de una posteridad demasiado condescendiente. Acaso sus oficios y tradiciones estaban destinados a desaparecer irremediablemente. También es posible que su hostilidad hacia el nuevo industrialismo fuese una actitud retrasada y retrógrada, sus ideales humanitarios puras fantasías y sus conspiraciones revolucionarias pretensiones infantiles. Pero ellos vivieron aquellos tiempos de agudo trastorno social, y nosotros no. Sus aspiraciones fueron válidas a la luz de su propia experiencia. Realmente, cayeron víctimas de la historia, pero, ya condenados en vida, aún permanecen como víctimas. No deberíamos tener como único criterio de juicio el que las acciones de un hombre se justifican o no a la luz de lo que ha ocurrido después." (21)
La Formación de la Clase Obrera y la Definición de Clase
Con La formación histórica de la clase obrera. Inglaterra: 1780-1832, se abre un gigantesco cuadro en el que se dibujan las experiencias subyacentes de la Historia. Y en esas experiencias, lo cotidiano expresa los intereses, las experiencias sociales, tradiciones y sistemas de valores que, como afirma Thompson, definen a una clase a partir "de la disposición a comportarse como una clase definiéndose a sí misma en sus acciones y en su conciencia en relación con otros grupos de personas".
El Giro Hacia la Historia Social y los Estudios Culturales
Luego, el marxismo inglés optaría por el individuo en vez de por la estructura, por la acción que puede interpretarse frente al realismo explicativo de la institución. En consecuencia, el modelo histórico interpretativo sustituiría paulatinamente al de carácter estructural. Pero la pregunta no puede dejar de ser: ¿Por qué la cotidianidad deviene en el eje de una nueva Historia Social que culmina en la escuela de los Estudios Culturales?