Elegía a Ramón Sijé: Dolor y Amistad en la Poesía de Miguel Hernández
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 4,8 KB
Miguel Hernández: Vida y Obra
Miguel Hernández es considerado como el poeta más importante de su momento (a caballo entre la Generación del 27 y la del 36) y uno de los mejores del siglo XX. Su vida es un ejemplo de tesón. Hijo de pastor, se cría en un medio rural en el que no era fácil llevar adelante una vocación literaria. Pese a las dificultades, consigue estudiar hasta los 14 años (cosa poco habitual en un ambiente rural y pobre) en las Escuelas del Ave María. Allí hace amistad con Ramón Sijé, luego abogado y escritor, que recomendaba lecturas a Miguel y cuyo influjo resultó fundamental en los primeros años del poeta: en la revista El Gallo Crisis, fundada por Sijé, se publicarán muchos de los escritos de Miguel Hernández.
Así, irregularmente, sin método pero con enorme vocación, Hernández va completando su formación. Además, el contacto directo con la naturaleza dejará una destacada huella en su obra, que nunca se perderá.
Su producción empieza con Perito en lunas (1933), libro de corte gongorino. Por estas fechas, Miguel Hernández entabla amistad con poetas de renombre (Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, con quien colabora para la revista Caballo verde para la poesía) y va perfeccionando su estilo.
En 1934 empieza a escribir El rayo que no cesa, obra que verá la luz a inicios de 1936 y que convierte a Miguel Hernández en una de las voces poéticas más auténticas de su tiempo.
En esta época de crisis, asistimos a una división interior entre el catolicismo por influencia de Ramón Sijé y las tesis revolucionarias de Pablo Neruda.
Posteriormente, publicará dos poemarios más durante la Guerra Civil (Viento del pueblo y El hombre acecha) y compondrá los poemas de su obra póstuma, Cancionero y romancero de ausencias, su obra capital.
El rayo que no cesa (1936)
El rayo que no cesa (1936), obra a la que pertenece la "Elegía a Ramón Sijé", es un libro de plenitud. Escrito mayoritariamente en sonetos, supone la total asimilación de la retórica clásica y su adecuación a los problemas personales del autor. En este caso, el amor es el tema principal, un amor insatisfecho, trágico o irrenunciable a la vez que, un rayo incesante, hiere repetidamente las entrañas del poeta. Quevedo, Aleixandre y Neruda son los poetas más influyentes en esta obra. Destaca la "Elegía dedicada a Ramón Sijé", una de las mejores obras de este género en nuestra literatura. La crítica coincide al afirmar que estamos ante una de las obras mayores de Miguel Hernández.
El rayo que no cesa es un poemario que se centra en el tema amoroso. Cuando el libro estaba ya ultimado, se produce el fallecimiento de Ramón Sijé, que tanto había significado en la vida del poeta. Las relaciones entre ambos no eran entonces las mejores posibles: Hernández dejaba atrás su época católica y, en pleno proceso de crisis interna, había escrito poemas muy explícitos en los que renunciaba a su ideología anterior. Antes de poder aclarar este cambio de rumbo con su amigo, este muere, y Hernández le escribe una de las elegías más sobrecogedoras de nuestra historia literaria.
Tema de la "Elegía a Ramón Sijé"
El poema es, concretamente, un planto, poema dedicado a la muerte de una persona, en este caso Ramón Sijé, amigo del poeta alicantino, paisano de Orihuela, como se enuncia en la introducción al texto. El tema central, pues, es el dolor por la muerte del amigo, un dolor inconmensurable que se revela por medio de frecuentes hipérboles ("por doler, me duele hasta el aliento"; "siento más tu muerte que mi vida"). Es la idea que predomina en las once primeras estrofas; a lo largo de estos 33 versos, el poeta se refiere a la muerte del compañero y a su propio estado de ánimo, como se observa en la alternancia de pronombres de primera y segunda persona. Como suele ser usual en las elegías, se llora la muerte del ser querido, al tiempo que se lamenta el estado en que queda el poeta, solo, desesperado. También es usual en el género elegíaco la crítica o imprecación a la muerte (referida mediante metáforas, como veremos: "manotazo duro", "golpe helado"), especialmente por lo injusta que ha sido al llevarse a un hombre joven ("temprano levantó la muerte el vuelo"). Ante tal injusticia, el poeta se rebela contra todo, y no halla perdón ("no perdono") y desea venganza ("en mis manos levanto una tormenta"): hasta se plantea la locura de desenterrar al amigo para revivirlo ("Quiero escarbar la tierra con los dientes y desamordazarte y regresarte").