La Élite Dirigente en la España Liberal del Siglo XIX
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Los Nuevos Grupos Dirigentes
La Supervivencia de la Nobleza
Con el advenimiento de la nueva sociedad liberal, la alta nobleza española, constituida por un pequeño grupo de familias, no solo no redujo su poder económico sino que lo incrementó. Conservó la mayoría de sus tierras, e incluso adquirió nuevas propiedades provenientes de la desamortización. A mediados del S. XIX, España continuaba siendo un país agrario y la nobleza era la mayor poseedora de tierras. Hasta 1830, ningún patrimonio burgués se acercaba en sus dimensiones al de cualquier miembro de la alta nobleza.
El destino de la pequeña nobleza fue muy distinto. Perdieron su principal privilegio, el derecho a la exacción de impuestos, y pasaron a ejercer actividades muy diversas y se fueron incluyendo entre el grupo de medianos propietarios agrarios.
De todos modos, el poder de la nobleza no provenía solo de su riqueza sino también de su influencia política. Durante el reinado isabelino constituyó el grupo de mayor influencia en la corte y formaba parte de las "camarillas" palaciegas que rodeaban a Isabel II.
La nobleza aceptó el liberalismo como un mal necesario, y el reparto de influencias con los grupos burgueses, como una necesidad, pero mantuvo su preeminencia social y hasta consiguió que una parte de la burguesía tratara de imitarla y deseara ennoblecerse. La propia monarquía premiaba el ascenso en la escala social con la concesión de títulos nobiliarios.
Sin embargo, en el último cuarto del S. XIX, la nobleza empezó a perder parte de su poder económico y de su influencia política. Sus patrimonios agrarios se depreciaron mientras ascendía el poder económico de la burguesía.
Los Grupos Burgueses
El proceso de la revolución liberal en España fue conformando una nueva burguesía. Desde la época de Mendizábal, una serie de activos negociantes engrandecieron sus fortunas gracias a las concesiones estatales y a las operaciones de crédito. También fueron compradores de la deuda pública del Estado y grandes inversores en Bolsa, en la que especularon con acciones, como las del ferrocarril. Gran parte de la burguesía española también se sintió atraída por los bienes de la Iglesia y de los municipios. De este modo, pasó a engrosar las filas de los propietarios agrícolas, convirtiéndose en rentista.
Esta burguesía contaba con orígenes regionales diversos. Procedía esencialmente del eje norteño y de Andalucía. Ello no significa que no existieran grupos burgueses ubicados en otras regiones españolas como Valencia.
Un caso particular lo constituye la burguesía propiamente industrial que, dada la limitada extensión territorial del proceso industrializador español, quedó restringida a unas determinadas zonas del país, básicamente Cataluña y posteriormente el País Vasco. Esta burguesía se preocupó esencialmente por conseguir del Estado liberal la necesaria política proteccionista para su incipiente industria.
Las Clases Medias
Constituían una franja intermedia. Representaban menos del 5% de la población y agrupaban a medianos propietarios, comerciantes, fabricantes, liberales y empleados públicos.
El censo de 1960 muestra un importante colectivo de asalariados públicos. También existían un conjunto de profesionales liberales, agrupados en tres cuerpos: los relacionados con las leyes, con la construcción y la propiedad inmobiliaria y con la salud.
Las clases medias compartían con los grupos poderosos un estilo de vida aunque su capacidad era más limitada. Pero aunque poseían más riqueza, debían llevar una vida austera y pasar estrecheces para poder mantener un cierto estatus social y proporcionar estudios a sus hijos. Ideológicamente, había una importante diferencia entre la pequeña burguesía de las grandes ciudades y la de las pequeñas ciudades.
La Composición de la Nueva Élite Dirigente
La élite dirigente de la sociedad liberal española se estructuró como una simbiosis entre la antigua aristocracia y los nuevos grupos burgueses. La burguesía aportaba la innovación, pero la nobleza era un símbolo de abolengo, de prestigio social y de reconocimiento público.
Ambas clases constituían una nueva oligarquía. Tenían el poder económico e imponían las formas culturales. Además, la implantación de un régimen liberal de carácter censitario, con el derecho a voto restringido a las clases poseedoras, les otorgó el monopolio del poder político.