La Elocuencia en la Antigua Roma: Cicerón, Quintiliano y la Evolución de la Oratoria
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El marco ideal para el desarrollo de la oratoria fue la República. Durante este período, el uso de la palabra fue fundamental para la vida pública, tanto en el ámbito político como en el judicial. Era común que las élites culminaran su formación con estudios de oratoria, bien en suelo romano o bien en Grecia. Con el inicio del Imperio, la oratoria perdió vitalidad e importancia debido a las características políticas de la época, convirtiéndose principalmente en una disciplina escolar.
Cicerón (106-43 a. C.)
Su familia, del ordo equester, le permitió una educación muy esmerada que culminó con una estancia en Grecia. Su carrera política fue completa, pues llegó a la máxima dignidad: el consulado. Desde ese puesto, tuvo que sortear la llamada Conjuración de Catilina.
Destacó primero como orador forense, dándose a conocer con la defensa de Roscio y sobresaliendo en la acusación a Verres (In Verres), ambos discursos judiciales. En este género, también son notables la Defensa del poeta Arquias (Pro Archia), además de Pro Sulla o Pro Murena.
Sus discursos políticos son un paradigma del género. Muy famosas son también sus cuatro Catilinarias, pronunciadas contra Lucio Sergio Catilina, promotor del golpe de Estado que se gestó durante su consulado (63 a. C.). Las Filípicas se llamaron así en honor a los discursos que el griego Demóstenes, modelo de Cicerón, dedicó a Filipo de Macedonia cuando este se cernía como una gran amenaza sobre la Grecia libre. Cicerón dirigió su crítica contra Marco Antonio, aunque con un éxito diferente al de Demóstenes: las manos y la cabeza de Cicerón fueron expuestas en la tribuna de los oradores en el año 43 a. C.
Cicerón: Retórica y Teoría del Discurso
No fue solo un orador, sino que también se centró en la retórica, disciplina teórica que se dedicaba a enseñar a componer un discurso efectivo. A este empeño dedicó, fundamentalmente, cuatro obras clave: De inventione, De oratore, Brutus y Orator.
En ellas, Cicerón sienta las cualidades que deben adornar al buen orador:
- El objetivo del discurso es convencer: Para ello, es necesario deleitar y emocionar (suadere, delectare et movere). El discurso debe ir dirigido al entendimiento, estar bien fundamentado, pero a la vez debe atender a la estética y al terreno emotivo, es decir, a los sentimientos del auditorio.
- El orador debe ser una persona acreditada moralmente y experimentada en el campo de la oratoria (vir bonus dicendi peritus).
- Fases de elaboración del discurso:
- Recoger los materiales (inventio).
- Disponerlos de acuerdo con un plan (dispositio).
- Exponerlos con elocuencia (elocutio).
- Memorizarlos (memoria).
- Saber ponerlos en escena (actio).
- La estructura del discurso:
- Exordium (introducción).
- Narratio (exposición sintética).
- Confirmatio (argumentación).
- Refutatio (rechazo de los argumentos del adversario).
- Peroratio (conclusiones).
- El discurso debe modularse en función del tema y del auditorio. Para ello, Cicerón distingue tres estilos: el elevado, el moderado y el sencillo.
Quintiliano
Algunos estudiosos, sobre todo españoles, consideran que Quintiliano nació en la ciudad española de Calagurris. Su obra principal, De Institutione Oratoriae, es una recopilación en doce libros de los saberes que debía impartir a la descendencia del emperador Domiciano.
La base de su método es la oratoria ciceroniana, que aparece despojada de la funcionalidad de que gozó en la República. Adquiere una mayor carga formal; ya no sirve a una función específica y concreta, sino al ornato de los textos. A partir de entonces, destacó sobre todo el discurso epidíctico, concretamente el panegírico.