La Elocuencia Romana: Retórica, Oratoria y el Legado de Cicerón
Clasificado en Latín
Escrito el en español con un tamaño de 3,61 KB
Oratoria y Retórica en la Antigua Roma
En Roma se le daba gran importancia a la oratoria y a la retórica, pues los romanos eran conscientes de que el dominio del lenguaje y una expresión oral precisa y clara garantizaban el triunfo en el Senado, en el Foro, en los tribunales y en el campo de batalla. La oratoria romana floreció en tiempos de la República y decayó en el Imperio, ya que es un género que crece con las libertades públicas y la democracia.
Los oradores se servían de la retórica para elaborar el discurso. La retórica, el arte del discurso, proporciona las normas para su elaboración.
La Técnica del Discurso Retórico
La técnica del discurso comprende cinco puntos fundamentales que el orador debe dominar para construir un buen discurso conforme a las reglas de la retórica:
- Inventio: la búsqueda y hallazgo de argumentos.
- Dispositio: la distribución y ordenación de esos argumentos.
- Elocutio: la elección de la forma y el estilo adecuados para el discurso.
- Memoria: la capacidad de recordar el discurso.
- Actio: la puesta en escena, relacionada con los gestos, la modulación de la voz y el tono.
Las Partes Canónicas del Discurso
Las partes del discurso son cinco:
- Exordium: la introducción, cuyo objetivo es captar la atención del auditorio.
- Narratio: la exposición de los hechos.
- Probatio: la aportación de argumentos y pruebas para sustentar la tesis.
- Refutatio: la refutación de las posibles objeciones o argumentos contrarios.
- Peroratio: la conclusión, que busca conmover al público y dejar una impresión duradera.
Marco Tulio Cicerón: Vida y Legado
La época que vivió Cicerón fue políticamente la más agitada de Roma. Fue testigo de las guerras sociales entre Mario y Sila (88-82 a. C.), las campañas de Pompeyo contra Mitrídates (88-84, 83-81 y 74-64 a. C.), la guerra servil de Espartaco (73-71 a. C.), la guerra contra los piratas (67 a. C.), la conjuración de Catilina (63 a. C.), el primer triunvirato (60 a. C.), la guerra civil entre Pompeyo y César (49-48 a. C.), el asesinato de César (44 a. C.) y el segundo triunvirato (43 a. C.).
Desempeñó el consulado en el 63 a. C., momento en el que debió reprimir la famosa conjuración de Catilina. Lucio Sergio Catilina fue candidato al consulado junto a Cicerón y tramó una auténtica conspiración para hacerse con el poder. Cicerón lo descubrió, y Catilina murió en la batalla de Pistoia. Cicerón mandó ejecutar a algunos conjurados de forma ilegal al no concederles el derecho de apelación contra la sentencia.
Como defensor acérrimo de la República, jamás vio con buenos ojos el triunfo de César. Posteriormente, arremetió contra Marco Antonio, heredero de las ambiciones de César. Le dedicó unas célebres Filípicas que, finalmente, le costaron la vida, pues mercenarios de Marco Antonio lo asesinaron.