Emotivismo Moral de Hume: Sentimientos, Razón y la Base de la Ética Humana
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El Emotivismo Moral de David Hume: Sentimientos y Fundamentos de la Ética Humana
A lo largo de la historia, los valores y normas éticas se han justificado desde diversas perspectivas. Tradicionalmente, la religión ha sido una fuente primordial, como se observa en la ética cristiana o islámica, donde los deberes morales se fundamentan en la creencia en una divinidad. Sin embargo, ante la ausencia de una demostración filosófica de la existencia divina, la Ilustración propuso una ética de carácter natural y racional, universalmente aplicable e independiente de dogmas religiosos.
Mientras en Alemania y Francia se desarrollaba una ética racionalista (por ejemplo, la de Immanuel Kant), el filósofo escocés David Hume defendió una postura radicalmente distinta: la moral no se basa en la razón, sino en los sentimientos. Para Hume, nuestras valoraciones éticas no son objetivas ni racionales, sino reacciones emocionales intrínsecas. Por ejemplo, consideramos que cumplir las promesas es bueno porque nos genera una emoción positiva, no porque sea una verdad racionalmente deducible. En este sentido, la razón, según sus palabras, es "esclava de las pasiones", justificando a posteriori lo que ya sentimos.
Principios del Emotivismo Moral
El emotivismo moral sostiene que lo bueno es aquello que nos provoca una emoción positiva, mientras que lo malo genera rechazo o una emoción negativa. El fundamento del sentimiento moral reside en el placer y el malestar.
Clasificación de las Emociones según Hume
- Según su intensidad:
- Serenas: Como el cariño o la confianza.
- Violentas: Como el odio o la pasión sexual.
- Según su origen:
- Directas: Derivan directamente del placer o el dolor (ej. alegría, miedo, tristeza).
- Indirectas: Influenciadas por factores sociales o culturales (ej. orgullo, honor, amor romántico).
La Dimensión Social de la Moral: Simpatía y Naturaleza Humana
Aunque el emotivismo podría interpretarse erróneamente como una postura puramente subjetivista o individualista, Hume argumenta que existe una naturaleza humana común. Las emociones son, en esencia, similares en todos los individuos, lo que nos lleva a coincidir en muchas ideas sobre el bien y el mal. Además del egoísmo, el ser humano posee la capacidad de la simpatía, un sentimiento que nos permite conectar espontáneamente con los demás.
Si presenciamos el sufrimiento ajeno, sentimos lástima de manera automática, lo que nos abre a una dimensión inherentemente social y colectiva de la moralidad. Esta simpatía es crucial para la cohesión social y la formación de juicios morales compartidos.
La Utilidad y el Juez Imparcial en la Ética Humeana
Finalmente, Hume sugiere que el bien y el mal pueden definirse también en términos de su utilidad. Esto implica un cálculo racional de las consecuencias de los actos para determinar cuál genera el mayor bienestar colectivo. Para abordar los dilemas éticos con objetividad, Hume introduce la figura del "juez imparcial": un observador ideal capaz de evaluar las situaciones sin dejarse llevar por intereses personales, considerando únicamente las consecuencias y el bienestar general.